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Las reglas y los reglazos
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Eduardo Brizio

15, septiembre 2023 - 3:42

Se le pudre el tamal

El próximo sábado 16 de septiembre, a las 21 horas, el Coloso de Santa Úrsula se vestirá con sus mejores galas para recibir una versión más del llamado “Clásico de clásicos” del futbol mexicano.

Echando a volar la sinceridad, tengo la impresión de que, en la mayoría de las ocasiones, el partido no responde a las expectativas generadas y resulta ser bastante aburrido. Quizá su “mote” se deba a que con inusitada frecuencia se trata del “clásico empate”.

Igualmente, me parece patético que las televisoras recurran al subterfugio de mostrar las “batallas campales” (léase broncas barrio bajeras) que (lamentablemente) antaño se protagonizaron en el duelo América vs. Guadalajara, haciendo apología de la violencia, en un intento de acrecentar la rivalidad. Lejos de pasar los goles, ponderan los pleitos.

En esta oportunidad estará en el centro de la cancha con la ocarina Fernando el “Cantante” Guerrero, cumpliendo así, su séptima aparición en el Chivas vs. Águilas. El “Rey del Clásico”, quien más veces lo dirigió durante su larga y fructífera carrera fue mi gran amigo Gilberto Alcalá Pineda, pitándolo ocho veces.

Armando Archundia, actual presidente de la H. Comisión de Árbitros actuó en siete ocasiones, mientras que mi hermanito querido Arturo Brizio lo hizo en seis. Inclusive, hubo colegiados de prosapia, como Bonifacio Núñez Vega que, por lo que ustedes quieran y manden, “esas pulgas no brincaron en su petate”.

Así, llegó muy fresco a mi memoria el día en que el mandamás del arbitraje me llamó para informarme que, “dentro de 4 semanas yo iba a pitar el clásico” y que me preparara ¡Sí, Chucha!

Lo bueno, fue que solamente se lo comenté a mi amadísima mujer. Se desató la grilla y una semana antes me mandaron al América vs. Monterrey; así, en automático, me sacaban de los dos clásicos: el nacional y el del norte, que se celebrarían sábado y domingo siguientes.

Ese fin de semana me tocó silbar en Morelia, a las 12 del mediodía y me fui en mi coche. De regreso, veníamos escuchado el clásico, que se jugó por la tarde y se lo habían dado al “monstruo” (manera cariñosa con que le llamábamos haciendo referencia a su calidad) don Gilberto Alcalá.

Pa qué les cuento, el partido se puso de a peso y hubo de todo, lo que era muy raro cuando dirigía Gil: penales, goles qué si entraron o no, manos polémicas, hasta me parece recordar que al término del juego un alto directivo del América bajó al vestidor a realizar temerarias acusaciones. Al que obra mal … se le pudre el tamal.

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