El público de México siempre tendrá en la mente a sus destacados guerreros. Uno de ellos, Salvador Sánchez Narváez, quien parecía encaminarse a la condición de ídolo, pero la Parca detuvo su marcha gloriosa el 12 de agosto de 1982, en un accidente carretero, será honrado -como se hace anualmente- con una misa a partir de las 12:00 pm de hoy en su natal Santiago Tianguistenco, Estado de México. Se depositarán flores al pie de su estatua, se visitará su tumba, y se ofrecerá la tradicional función de boxeo amateur y un convivio al final de la misma.

De hecho, la actual conmemoración luctuosa comenzó el pasado sábado 26 de julio en el tradicional y clásico gimnasio capitalino Nuevo Jordán. Ahí, su mamá, la señora María Luisa Narváez, develó el cuadro de una bella foto de Sal, que el organizador Bladimir Juárez colocó en el muro de leyendas de ese inmueble, en el que un día llegó a entrenar Bob Dylan y que era el lugar habitual de prácticas de JC Chávez.

La mamá y los hermanos de Salvador, Javier, Amado y Paula, nos recordaron que Salvador quería ser abogado o doctor; sin embargo, acuciado por su coterráneo boxeador José Sosa cuando ambos estudiaban en Tianguistenco, Sal Sánchez decidió visitar un gimnasio de la Ciudad de México, donde Agustín Palacios entrenaba a sus pugilistas. Desde ahí, el boxeo lo atrapó y a los 16 años, en 1975, debutaba como profesional. El 2 de febrero de 1980 ya era campeón universal pluma del WBC, al destronar al peligroso “Coloradito” López, y el 21 de agosto de 1981 nos regaló uno de los triunfos más celebrados, al noquear al héroe boricua Wilfredo Gómez. Esa victoria fue narrada por Antonio Andere, uno de los grandes Directores del ESTO, quien hizo una narración maravillosa en la TV.

El reciente sábado, en el Jordán, me encontré con el veterano réferi Jorge Bonilla y el aficionado Alejandro Martínez Ballesteros, quien conoció a los grandes mánagers. Espontáneamente, brotaron los nombres de peleadores que dejaron huella, como José Becerra, José Medel o el “Pulgarcito” Ramos, así como los de manejadores como el “Cuyo Hernández, la “Coneja” López, Ernesto Gallardo y Cristóbal Rosas, de quienes hablaremos en nuestras próximas columnas.