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Hablillas. José Ángel Parra
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José Ángel Parra

15, abril 2024 - 4:31

Regreso triunfal

Claro, en teoría sería innecesario cualquier esfuerzo de “ayudadita” al actual América, como a la antigüita. Una escuadra poderosa, robusta y sin rivales a lo largo y ancho de la Liga MX. Dicen que en el país de los ciegos el tuerto es rey, y eso aplica desde hace un buen rato con los millonetas. El caso es que llama la atención la “exitosa” reaparición, en un partido de las Águilas, del llamado Árbitro de la 14. En su séptima participación en el Clausura 2024, le pita al fin a los azulcremas. No lo hacía desde la disputa del título de Apertura 2023, en la que aún recordamos la polémica causada por la expulsión de Raymundo Fulgencio, entonces jugador de Tigres.

Adonai Escobedo, quien una vez más ha recargado todo su trabajo a lo que ve o deja de ver el VAR, ha pasado por alto unas manos del neerlandés Javairo Dilrosun cuando los cremas ganaban 3-1. El penalti quizá habría apretado un poco la contienda. Pero sorpresivamente el Video Arbitraje ha ignorado la clara desviada del futbolista europeo, que ya de por sí había dejado pasar de largo el citado Adonai.

Es indudable que ni falta que hacen estos incidentes para demeritar el evidente poderío del conjunto capitalino, que ha bajado de la cima al Toluca con una brutal paliza, y se ha reafirmado como el líder solitario del campeonato mexicano. El tema pasa nuevamente por la calificación de las manos que, a manera de pachanga, la actual Comisión de Árbitros no consigue resolver en pro de uniformar ese tipo de acciones.

Y en el aspecto deportivo queda claro que la superioridad mostrada por los amarillos es tal que hasta parece inútil imaginar una Liguilla cerrada en la que algún rival logre hacerle ruido a los de Coapa. Porque el conjunto de los Diablos Rojos, que está entre los primeros de la tabla, se ha visto en el estadio Azteca como un discreto escollo, incapaz de incomodar. ¿Qué oponentes podrán hacerle ruido a las Águilas? ¿Monterrey, Tigres, Cruz Azul, Necaxa? La verdad es que no se ve quién, cómo ni por dónde. Y lo decimos con pena porque, amén de las fobias y las aficiones, es una lástima que ya no exista el nivel competitivo de antaño y mucho menos la vergüenza deportiva, en la que al menos se veía coraje y dignidad. Hoy les planchan fácilmente las playeras y ni siquiera meten las manos.