El ajuste en la mano ofensiva aún no ha quedado del todo claro y no son pocos los analistas que resbalan. Tantos incisos y apartados lo han hecho más enredoso hasta para los mismos nazarenos. La última se ha dado en la victoria del América sobre Puebla. Con la ventaja para los enfranjados, el neerlandés Javairo Dilrosun pierde el equilibrio y besa el césped, mas la redonda, en su caprichoso recorrido, pasa sobre la mano derecha del citado jugador de las Águilas -de manera accidental-. La pelota le queda entonces a su compañero, Salvador Reyes, quien vence la estirada de Jesús Rodríguez.

Aunque los poblanos reclamaban anular el gol, el fallo ha sido conforme a reglamento, porque la enmienda señala que en caso de mano accidental, sólo se invalida si anota el que la comete, pero no si termina por asistir a otro compañero, como ha sido el caso. Sin embargo, y con tantas componendas, ¿qué habría sucedido si invertimos las playeras? Ahí aplica, en automático, la regla de oro, la que sólo le sonríe a los que visten de amarillo.

El resultado le alcanza para mandar en el cierre de torneo, mientras que al sublíder Cruz Azul (gracias a un par de fallos desde los once pasos del portero goleador del Toluca, Tiago Volpi) le basta para clasificar directo a la fiesta grande. En las mismas se ha metido Chivas debido a un golazo del Piojo Roberto Alvarado en el Clásico Tapatío frente al Atlas. Así que de los cuatro grandes, sólo Pumas tendrá que buscar el boleto vía el Play In. Los otros tres, América, Cruz Azul y Guadalajara, forman parte de una Liguilla que al menos de nombre luce atractiva.

Quien ha cerrado con broche de oro su paso por Europa lleva por nombre Guillermo Ochoa. El meta mexicano ha concretado, ahora con el Salernitana, su tercer descenso, lo que ensucia aún más su trayectoria en el Viejo Continente, dada la cuota de más de mil goles que de por sí carga el vetusto arquero Tricolor. La buena noticia es que se dice que ahora jugará en la MLS, donde no existe el riesgo de perder la categoría. Quien sí tendría que hacer caso a todas estas visiones apocalípticas es el estratega nacional Jaime Lozano. ¿A poco no se ha dado cuenta que el otrora infranqueable guardameta está por cumplir 39 ayeres y ya arrastra récords que a nadie agradan? ¡Aguas, Jimmy, ponte buzo!