Eduardo Brizio
17, diciembre 2024 - 6:00
Las Águilas del América hicieron historia en el balompié mexicano al haber conseguido el tricampeonato, hazaña que ningún otro club había logrado desde que se instauraron los torneos cortos ¡Enhorabuena!
Hay quienes pretenden demeritar el triunfo obtenido el pasado domingo en la Sultana del Norte afirmando que “es injusto el sistema de competencia que existe en México”; en virtud de que, permite a un equipo que terminó en octavo lugar el torneo regular, contender (y de hecho conseguirlo) por ceñirse la corona.
Digo, si en la fiesta de fin de año, en una oficina, rifan un coche y se determina que el feliz ganador del flamante automóvil será el quinto boleto que salga seleccionado de la urna. Ni modo que los cuatro primeros que fueron eliminados reclamen el premio clamando que no es justo, cuando las reglas quedaron claramente establecidas desde el principio.
Del mismo modo, no faltaron aquellos que afirman que el “tricampeonato” obtenido es “inobjetable”. Lamento poner la nota discordante. Me tomo el atrevimiento, en un país sin memoria, de objetar los dos primeros títulos, ante Tigres y frente a Cruz Azul; toda vez que, fueron opacados (en mi opinión) por la forma polémica en que se obtuvieron.
Pero, en esta última ocasión, le caminaron por encima a los Rayados, en Puebla, en el duelo de ida, los pudieron haber goleado; mientras que, en Monterrey, en el encuentro de vuelta, solamente hubo un equipo en la cancha, exceptuando los últimos 10 minutos, en donde los de Coapa terminaron pidiendo la hora.
En el primer tiempo, tal parecía que el América era la oncena que necesitaba el triunfo; mientras los Rayados creyeron que, con pararse en la cancha, con el apoyo incondicional de su gran afición y con la camiseta les podría alcanzar. Sin variantes con puros centros a la olla. Ojalá y que hayan aprendido la lección de que para ganar una final se necesita mucho más que eso, especialmente si tienes enfrente a “un animal de liguillas”.
Ahora resulta que el brasileño Andre Soares Jardine es “la reencarnación del Dalai Lama balompédico” desde el banquillo y ya lo quieren para que sea el director técnico de la Selección.
Por fin, se me concedió el deseo de que se hablara más de futbol que de arbitraje; en virtud de que, nuestro silbante mundialista, César Arturo Ramos Palazuelos (cuyos únicos defectos son llamarse Arturo y apellidarse Ramos) … realizó un estupendo trabajo.
Eduardo Brizio
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