Es un tema repetitivo, sin salida. Inútil resulta recurrir a la lógica balompédica. Los argumentos están de la patada. Carlos Vela, lo sabemos desde hace mucho, no viajará a Qatar 2022, pero hoy es flamante campeón con el LAFC, en la MLS; tampoco asistirá Javier Hernández, pese a sus 18 goles en el año con LA Galaxy, y que es el máximo anotador histórico de la Selección Mexicana.

Santiago Giménez aún es duda, con todo y que mantiene la mano en alto gracias al prometedor desempeño en el Feyenoord e inicialmente en La Noria. Después las opciones apuntan hacia el americanista Henry Martín, con buen rendimiento a la ofensiva, y Rogelio Funes Mori, más allá de que se encuentra lejos de su mejor versión, al volver tras una lesión. Peor tantito, Raúl Jiménez, convertido antes en la primera opción del Tata, carece de volumen de juego, independientemente de que obtenga el alta médica.

Sin embargo, a la postre el principal problema no es ese. México, de por sí, vive peleado con el gol. Y en la mal llamada Liga MX cada semestre aumenta la plaga de foráneos, lo que impide que nazcan más canteranos, al debilitar el proceso de formación de las fuerzas básicas.

Enseguida se suma la desaparición del Ascenso/Descenso, y la falta de un roce más exigente, a partir del divorcio con la Conmebol tanto a nivel de clubes como de selecciones, entre un largo etcétera. Lo anterior, gracias a que la apuesta comercial ha olvidado el músculo deportivo, que tendría que ser la base del organigrama.

Hoy la operación cangrejo golpea la estructura de un futbol que ya ni siquiera compite con la MLS, y que ahora, a nivel de Selecciones, tiene como objetivo llegar al cuarto partido, meta de la que México no pasa desde Estados Unidos 1994, al extremo de repetir el mismo numerito cada cuatro años.

El único remedio que hallan los federativos, frente a semejante crisis deportiva, es que México se luzca ante los polacos de Lewandowski y avance a octavos, al fin el pesimismo es tal que nadie imagina que superen la fase de grupos.

Gerardo Martino necesitó un proceso mundialista para descubrir que el mal endémico del mexicano es la fragilidad en el juego aéreo, cuando defiende, y la pobre puntería en ataque. Había que haberle dicho eso antes. Tarde, pero sin sueño.