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PARÍS 2024

Hablillas. José Ángel Parra
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José Ángel Parra

23, octubre 2023 - 4:06

Pan de muerto

Son instantes clave, de esos que determinan remontadas y cruzazuleadas. La del pasado sábado, por la noche, ha sido una de tantas, hecho que lamentablemente, para la dolida afición celeste, ya no es ninguna novedad. Eso de pasar de ganar a perder en tiempo de compensación resulta ser un insuperable trauma que el equipo suele revivir constantemente. La más dolorosa, se recuerda, le dio un título al americanismo, en la era del Piojo Miguel Herrera. Afrenta imposible de olvidar.

Y desde entonces, a la fecha, se han acentuado, como característica, los desplomes futbolísticos del Cruz Azul. Uriel Antuna, de lo poco rescatable en la actual Máquina, aportó un golazo que puso a soñar a quienes aún creen en la escuadra, mas después el grupo asumió un rol ratonero, a la defensiva. Con apuros se veía que lograban alejar el peligro de su área, hasta que, de tanto insistir, vino la falla combinada en retaguardia y el gol de André Pierre Gignac, en el inicio del complemento.

Pese a todo parecía que los maquinistas sacarían, al menos, la igualada, algo que sólo ayudaría en el aspecto anímico, pero no les alcanzó. Cuando el reloj mordía los seis minutos, en el agregado, Rafael Carioca soltó el bombazo que sacudió las descoloridas redes cementeras. Y aunque, si hacemos cuentas, aún tienen posibilidades matemáticas de meterse a la fiesta (dado que con el Play-In entran 10 equipos), la tendencia indica que Cruz Azul va a completar otro de esos fracasos ruidosos que acostumbra.

En el Apertura 2023 apenas suma 11 puntos, para formar parte de los dos últimos lugares de la tabla, en mano a mano con el Necaxa. Es, de hecho, el conjunto con más derrotas después de 13 fechas. Evidentemente puede competir, mas hay pasajes en los que se ve conforme con lo poco que tiene. Ante Tigres, por ejemplo, parecía resuelto a aguantar, resignado, la embestida del rival. Un gol de ventaja, frente a un rival poderoso, era un suicidio. Y lo fue… Por eso es que ya nadie cree en su resurrección. La grandeza que su pasado le ha legado es demasiado para el espíritu chiquito que exhiben quienes los representan en la actualidad. A la deriva y sin futbol, esta Máquina parece condenada a otro papelazo, mientras el hartazgo, tarde que temprano, le cobrará caro en adeptos. Y si no, pregúntenle al Atlante y al Necaxa, dos fantasmas de Halloween en tiempos de pan de muerto.