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3, abril 2023 - 23:25

México y su candidatura olímpica

Por Guillermo Ordorica Robles

Con visión asertiva y valorando el papel de México como interlocutor de prestigio internacional y referente para la buena convivencia global, el 25 de marzo el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, entregó al presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, la carta de postulación de nuestro país para ser sede de los Juegos Olímpicos en 2036-2040. En Lausana, Suiza, sede del COI, el canciller Ebrard estuvo acompañado por la presidenta del Comité Olímpico Mexicano (COM), María José Alcalá, consumada atleta que en su destacada trayectoria deportiva vistió los colores nacionales en cuatro olimpiadas.  

En un hito de la diplomacia deportiva nacional, no visto desde los Juegos de la XIX Olimpiada de México 1968, esta postulación da cuenta del entusiasmo y capacidad de nuestro país para acometer una empresa de tal dimensión. Adelantándose al espíritu de la futura justa olímpica, la misma carta de postulación la avizora exitosa, austera, universal y promotora de la paz, hermandad y justicia. No podría ser de otra manera, porque esos son los sentimientos profundos de la nación, los que ha forjado el pueblo de México a lo largo de su historia y que hoy, en plena globalización, recogen los principios y valores articulares de la política exterior mexicana.

Enhorabuena por esta iniciativa, que capitaliza la experiencia acumulada por México como anfitrión exitoso de acontecimientos deportivos de gran calado. En el ámbito del movimiento olímpico, así lo confirman la citada justa de 1968; los Juegos Panamericanos (1955, 1975, 2011) y los Juegos Centroamericanos y del Caribe (1926, 1954, 1920, 2014). A estos se añaden, entre otros, dos mundiales de fútbol (1970, 1986) y el próximo de 2026; así como las diversas ediciones del Gran Premio de la Ciudad de México de Fórmula Uno. En cada ocasión, nuestro país ha salido avante por su probado talento para congregar en paz, libertad y con calor humano, a personas provenientes de todas las latitudes, que asisten a las competencias para apoyar a sus atletas y refrendar el valor del deporte como detonador de la amistad universal. A México se le ha reconocido siempre por su capacidad de innovación, por sus instalaciones deportivas de calidad mundial y por la comprometida e impecable organización de este tipo de citas. Precisamente por eso, no hay duda de que una próxima olimpiada en territorio nacional contribuiría, con creces, a impulsar el olimpismo internacional desde el sur global.

La aspiración mexicana tiene también una sólida base en la reputación que el país se ha ganado por su empeño en una convivencia mundial justa y apegada al derecho internacional. Esta buena fama da viabilidad a la candidatura olímpica, porque otorga a México un lugar privilegiado en todos aquellos espacios que ponen a prueba la voluntad de la comunidad mundial para promover la solidaridad e identificar fórmulas que, con criterios de justicia social, confieran a la globalización un perfil virtuoso y le permitan derramar sus beneficios entre todos los pueblos. 

Llevar a cabo los Juegos Olímpicos en México aportaría a la fraternidad y al diálogo estimulante y constructivo entre las naciones. La de nuestro país es una candidatura de convicciones, que se alimenta de la recia identidad del pueblo mexicano y que descansa en la seguridad de que la nación cuenta con los recursos humanos y técnicos para organizar una olimpiada. Con base en ello, es de esperar que el nuevo sueño olímpico prospere y, así, se refrende la excepcional habilidad y talento de nuestro país para realizar eventos que rebasan fronteras y concitan atención en todos los rincones del orbe. 

*Embajador de México en Qatar