Por diversos motivos, hoy vale la pena recordar que en la vida nacional el 2 de octubre …no se olvida.
Caía la noche cuando una bengala iluminó el cielo, nadie podía adivinar que se trataba de la muda señal para que iniciaran las hostilidades, cientos de jóvenes estudiantes universitarios se congregaban en la plaza de las tres culturas de Tlatelolco, en la Ciudad de México, cuando su reunión fue interrumpida violentamente por “el batallón Olimpia” del ejército mexicano.
Hace 57 años “el águila que se paró en un nopal devorando a una serpiente” se vistió de luto al ser testigo de una de las peores represiones de las que se tenga memoria en el terruño querido.
Así como hoy hace un buen día para llorar con tristeza por esos lamentables acontecimientos, también es una buna ocasión para reír con alegría al recordar la hazaña de un puñado de otros jóvenes mexicanos que, un 2 de octubre de hace un par de décadas, pusieron el nombre de nuestro país en lo más alto del firmamento.
Ya adivinaron ustedes, estimados lectores del Diario de los Deportistas, que me estoy refiriendo a la gesta protagonizada por la Selección Mexicana de Futbol Sub 17, dirigida desde el banquillo por mi amigo Jesús “Chucho” Ramírez, al coronarse en el Mundial de la especialidad, en Perú 2005, venciendo categóricamente a Brasil, al son de tres goles por cero, en el Estadio Nacional de Lima.
Al minuto 30, bien presente tengo yo, fue Carlitos Vela quien logró el gol de la quiniela, para que un minuto después fuera Omar Esparza quien adelantara a los nuestros anotando el segundo tanto. Nadie lo podía creer. Fue Ever Guzmán, al minuto 85, quien puso el último clavo en el ataúd amazónico para que los mexicanos levantaran orgullosos la Copa del Mundo.
Créanme ustedes cuando les digo que yo pensé que me iba a morir sin verlo; pero he de confesarles que todavía se me estremece la piel al recordar cuando el silbante belga Frank Bleekere emitió el silbatazo final, la voz de (mí también admirado amigo) Raúl Orvañanos gritando inolvidablemente una de las frases más dulces y maravillosas que he escuchado en mi vida… “México Campeón del Mundo”.