Casi me voy de espaldas al escuchar al término del partido América vs. Pumas, celebrado el pasado sábado en el Estadio de la Ciudad de los Deportes, en conferencia de prensa a “Lucho” Pérez, auxiliar técnico del equipo universitario, culpar al arbitraje de la derrota que los de Coapa le infringieron a la escuadra estudiantil ¡De pena ajena!.

En mi opinión, “solamente hubo un equipo en la cancha”, sobre todo en el segundo tiempo, les caminaron por encima a mis queridísimos Pumas, no les metieron siete goles porque bajo los palos estaba el mejor cancerbero en la historia de la CONCACAF en la persona del tico Keylor Navas.

Si bien es cierto que al término de los primeros 45 minutos los emplumados iban abajo en el marcador por la mínima diferencia, lucía muy circunstancial la “pírrica” victoria parcial que existía y se antojaba que era simplemente, como ocurrió finalmente, cuestión de tiempo para que las aguas tomaran su cauce.

Al medio tiempo el América había cometido únicamente cuatro faltas; mientras tanto a los Pumas les habían sancionado solamente siete infracciones en contra. Para esto, Trigos cometió 4 infracciones en el partido; es decir, un solo jugador realizó el mismo número de faltas que todo el equipo adversario en el primer tiempo.

Para acabarla de amolar, por ahí del minuto 40, cuando el silbante sancionó un empujón sobre Maximin, el director técnico universitario, Efraín Juárez, estalló insultando soezmente a los colegiados, recordándoles el 10 de mayo, lo que provocó que, merecidamente, se ganara a pulso la tarjeta roja. Echando a volar la sinceridad, se trató de una falta intrascendente lo que hace más inexplicable la exacerbada reacción del timonel.

Dicho comportamiento es inaceptable en una cancha de futbol (aunque algunos lo normalicen afirmando que “se trata de un lenguaje común en el balompié”) pero, sobre todo viniendo del estratega del equipo representativo de nuestra máxima casa de estudios.

El silbante del encuentro fue nuestro mundialista César Arturo Ramos Palazuelos, quien durante los 90 minutos dio muestra de su calidad estando por encima del partido, imparcial, impartiendo justicia, ratificando su condición de “el mejor juez que existe en México”

Díganme ustedes una juagada arbitral que haya inclinado la balanza a favor de los azulcrema. Puede ser que el penal sancionado cuando agonizaba el encuentro y que significó el cuarto gol en contra; sin embargo, no influyó en el resultado … la suerte ya estaba echada.