Eduardo Brizio
11, octubre 2024 - 6:00
No es la primera vez que elementos foráneos agarran de su puerquito a los clubes mexicanos. Así, podemos recordar el caso del uruguayo Iván Alonso quien “fingió” padecer un grave problema cardiaco para rescindir su contrato con los Diablos Rojos del Toluca y unos cuantos meses después, como “el santo milagro del pan y los peces”, reaparecer dado de alta médicamente y jugar con el Nacional de su país natal. Para años después, aplicársela al Pachuca y finalmente ser contratado por la Máquina Celeste de Cruz Azul ¡Aunque usted no lo crea!
Ahora tremenda polémica se ha armado, luego que, al más puro estilo de la novela de Gabriel García Márquez “La crónica de una muerte anunciada” se dio a conocer que el argentino Fernando Gago daba por terminada su relación laboral con el Club Deportivo Guadalajara.
Y digo que fue la crónica de una “renuncia anunciada”; toda vez que, desde hace días se dio a conocer que el Boca Juniors había contactado al personaje que hoy nos ocupa para repatriarlo al terruño querido y llevarlo de regreso a orillas del Río de la Plata.
La fórmula fue muy sencilla, el cuadro xeneize pagó la cláusula de resección del contrato y listo, automáticamente quedó desligado de la institución caprina apegado a la legalidad, ni quién lo dude. La cuestión aquí es saber si su proceder fue apegado a la ética y a las normas que rigen la convivencia universal.
Como todos sabemos las normas jurídicas son coercitivas; es decir, de cumplimiento obligatorio a diferencia de las normas morales, que no lo son. Es decir, vienen siendo como “Las llamadas a misa”, quien quiere va y quien no lo desea así, pues no va.
De modo que, ni quien lo dude que el ahora ex timonel del chiverío estaba en su derecho de irse; sin embrago, también hay quienes pensamos que su proceder no fue el correcto. Todavía existen personas sobre la faz de la tierra para quienes la palabra empeñada y un compromiso adquirido vale más que un papel firmado.
La directiva del rebaño sagrado “tropezó de nuevo y con la misma piedra” y lo peor fue que lo hizo “con el mismo pie”.
Lo más grave de esta penosa situación, me parece que fue el pésimo manejo que le dieron, tanto el estratega pampero como la directiva del Guadalajara, cayendo en una serie de imprecisiones, dimes y diretes, siendo poco claros dándole paso a la especulación y a la maledicencia de la gente.
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