Bien dicen que el que a hierro mata… a hierro muere. Así podríamos resumir la suerte del América en la final del balompié nacional frente al Toluca, que ha roto una sequía de 15 años sin trono. Acostumbrado a que la polémica le sonría, esta vez ni los jalones ni los abrazos ni los clavados del Chiquito Sánchez han funcionado para que se pite penalti. Es más, ni siquiera la clara plancha de Alexis Vega sobre Kevin Álvarez, en el juego de ida, ha valido para que se aplique el reglamento a favor del consentido club amarillo, lo que habría dejado sin final de vuelta al talentoso futbolista.

Tampoco el hecho de que los de Coapa hayan estado a nada de concretar el primer tetracampeonato en Liguillas ha servido para que los nazarenos de ambas series hayan titubeado un poco en favor de la nata y crema del balompié tricolor. Increíble, pero cierto.

Antonio Mohamed, sin hacer mucho ruido, se ha llevado otro logro personal. Cuando fue campeón con las Águilas, lo corrieron porque no les divertía, y ahora que se le ha presentado la ocasión, le ha propinado otra amargura a los millonetas. Para que se aburran más. Total, el Turco ahora es el héroe con cuatro trofeos ligueros en cuatro equipos distintos (Tijuana, América, Monterrey y Toluca). Y, de pasadita, ha curado a los Diablos Rojos de aquella desazón, tras haberse coronado como Xoloitzcuintle en el mismísimo infierno choricero, donde ahora ha levantado el trono por primera vez como escarlata.

Es la suerte del balón, que gira en todas direcciones y no siempre cumple los caprichos del favorito al trono. ¿Quién le puede reprochar a André Jardine, después de guiar a los emplumados a cuatro finales consecutivas? Mas como es la oncena que presume ganarlo todo, ha llegado la hora en la que las críticas empiezan a incomodar, porque también se le fue la Concachampions, y ahora no vaya a ser que también se escape el boleto al Mundial de Clubes, en el duelo único frente al LAFC, luego de tantos reclamos por no tener mérito alguno para asistir al certamen. Sí, no vaya a ser.