ATENTADO AL FUTBOL

No se trata de ninguna no-verdad, pero llama la atención lo fácil que es, en el futbol nacional, ya no sólo posponer partidos, sino anticipar jornadas de manera salteada, de tal suerte que el aficionado termina confundido ante la incomprensible maraña balompédica, sin que alguien entienda por qué Toluca, FC Juárez y San Luis tuvieron jornada doble, al tiempo que Pumas, América y Santos registran ahora dos juegos menos que choriceros, bravos y potosinos, mientras que La Franja completa siete duelos, a pesar de haber adelantado la fecha 16 del calendario de Liga MX.

Las anomalías son comunes en el certamen de la patada, porque además de la desaparición del Ascenso-Descenso, del fin al roce con Sudamérica y del exagerado cúmulo de foráneos, ahora también acostumbran vender partidos por streaming o en canales que representan un costo adicional en la televisión por cable, lo que implica una desmedida venta de futbol que es -a todas luces- de pobre o nula calidad. A esto se agregan los jaloneos por la exclusividad de los cotejos de mayor interés, aderezados por el intercambio de amenazas incumplidas respecto a la aplicación de acciones legales.

Obvio, no es extraño ver en crisis a equipos populares de la talla de Chivas, América o Cruz Azul y, por consecuencia, es normal la escasez de candidatos rentables para la Selección, que hacen cada vez más lejana la esperanza de una digna participación en Qatar 2022.

El golpeteo afecta la estructura de un espectáculo en decadencia y que indudablemente experimenta una disminución de fanáticos en las distintas plataformas, ya sea por los evidentes fallos deportivos o por los despropósitos que arremeten contra la calidad del campeonato. Baste recordar lo sucedido, años atrás, con el boxeo -cuando vivió el bloqueo del PPV-, para tomar conciencia de los riesgos que afronta una disciplina tan popular como el futbol. Y si no, pregúntenle al Guadalajara, cada día menos visible para sus fanáticos. Por eso, cuando los equipos mexicanos enfrentan a luminarias europeas, por lo general pierden y, en el peor de los escenarios, sufren grotescos bailes, con todo y sus costosos refuerzos del extranjero. Si lo dudan, pregúntenle a Pumas que, presuroso, corrió a Barcelona con tal de arrastrar el prestigio. Puf… ¡Me dueles, futbol mexicano!