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Las reglas y los reglazos
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Eduardo Brizio

29, agosto 2025 - 6:00

Fue muy emocionante

El primer gol olímpico se consiguió en el año de 1924, en un encuentro celebrado en Buenos Aires, entre las selecciones de Argentina vs Uruguay, siendo anotado por el argentino Cesáreo Onzari. Debido a que Uruguay era el flamante ganador de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos Paris 1924 la gente se empezó a referir a dicha anotación como “el gol de Onzari a los olímpicos”, para que más tarde se fuera simplificando hasta nuestros tiempos en que se le conoce universalmente como “gol olímpico”.

Esto viene a cuento porque en la fecha 6, Sergio Canales le clavó un gol olímpico al Necaxa.

Como espectador me tocó ver, desde la tribuna, siendo un niño, en la temporada 1965-1966 (ya saqué mi acta de nacimiento) en la última jornada del torneo, en el Estadio de Ciudad Universitaria, en un partido América vs Veracruz, un gol histórico (olímpico) marcado por el “Coco” Gómez que le daría el primer título en la era profesional a los de Coapa.

Aunque en mi trayectoria como silbante profesional, nunca me tocó que se marcara un gol olímpico, una vez que ya había colgado el silbato recibí una invitación para “apadrinar” la inauguración de una cancha empastada en un flamante complejo deportivo ubicado en el municipio de Garza García, Nuevo León.

El legendario luchador Blue Demon, era considerado el hijo predilecto de dicho municipio; toda vez que, fue precisamente ahí en donde vio la primera luz.

Así, el “demonio azul” y un servidor éramos los invitados de honor del presidente municipal que en aquel entonces era Jaime Rodríguez “el Bronco”, quien tiempo después se postularía y contendería como candidato independiente para ocupar la presidencia de México.

Inició el partido, un equipo del ejército mexicano en contra de las reservas del Monterrey. El plan era que yo, que iba ataviado con unos pants, pitara unos cuantos minutos y así fue, a los cinco minutos ingresó un joven silbante para dirigir los 85 minutos restantes.

Por esas cosas que tiene el destino, portando todavía yo la ocarina, en el primer avance la esférica fue enviada fuera del terreno de juego por la línea de meta por un defensor, por lo que indiqué que el juego se debería de reanudar con un tiro de esquina.

Vino el cobro y para mi sorpresa el balón entró de un solo toque directamente al arco enemigo lográndose así un gol olímpico… fue muy emocionante.

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