Jocoso ante los reflectores, Javier Aguirre es sinónimo de experiencia y tranquilidad para quienes buscan a un apaga fuegos que salve a México de un fiasco en el Mundial de 2026. En Corea-Japón 2002 la vida le sonreía, como sus bromas. Los éxitos sobre Croacia y Ecuador, más el empate con sabor a victoria frente a Italia permitían imaginar una participación histórica para la Selección Nacional. Clasificado como primero de grupo, con siete puntos, y teniendo a Estados Unidos de rival en los octavos de final, olía a quinto partido, pero nada. ¿El resultado?, otro fracaso en dicha ronda, tras el inesperado descalabro ante los gringos. Sacó a Ramoncito Morales, quien fungía como carrilero, luego de que le ganaron la espalda en el 1-0. Y tras el 2-0 hasta se dio el lujo de darle minutos al Beto García Aspe.

El Vasco regresó, cual heroico bombero, de cara a Sudáfrica 2010. Aunque empató con el anfitrión, enseguida superó a Francia, gracias al afortunado relevo de Javier Hernández. Sin embargo, posteriormente dejó ir la cima del sector al caer 1-0 con Uruguay, gracias al gol de Luis Suárez. Ese día el estratega mexicano se aferró a la titularidad del Guille Franco, y ya no le alcanzó pese a meter al Chicharito. Así, no pudo evitar a los argentinos, que se impusieron 3-1, ya con Hernández como titular y autor del tanto del honor azteca.

Dicen que la tercera es la vencida, pero justo es hoy cuando encuentra un escenario pa’l perro: el equipo avejentado, con poco talento joven, además de una extranjerización desmedida y la legión “europea” desgastada. La tarea no parece óptima para dibujar un quinto encuentro. Aunque hay que decir que dado el nuevo formato mundialista, aparte de los tres choques de la fase de grupos habrá dieciseisavos de final, por lo que el quinto juego sería en octavos, periodo que no han podido trascender desde México 1986.

¿Quién puede darse el lujo de dirigir a una Selección Mexicana en tres Copas del Mundo? Ese honor le corresponde al bombero Aguirre, un hombre terco y con una fórmula desgastada, aunque para como están las cosas quizá el discurso le valga para trascender en la etapa de grupos y tal vez algo más, pero eso no le serviría para llegar a los cuartos de final, el verdadero objetivo que tendría que ponerse el inflado seleccionador.