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El deporte no descansa. Geoffrey Recoder
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Geoffrey Recoder

29, agosto 2025 - 5:49

El Termómetro de los Panamericanos Junior

Los Juegos Panamericanos Junior han dejado claro que el presente y el futuro deportivo del continente se están jugando en otros lados, no en México. Si uno observa los resultados, la fotografía es contundente: en Cali 2021 Brasil se llevó 59 oros, Colombia 48, Estados Unidos 47 y México 46; cuatro años después, en Asunción 2025, Brasil reafirmó su hegemonía con 70 oros, Estados Unidos llegó a 54, Colombia mantuvo 48, y México se desplomó a 29. Este comparativo no solo es un dato frío, es una radiografía de los modelos deportivos en juego.

En el caso de Estados Unidos, muchos se sorprenden de que no lidere, pero la explicación es sencilla: este evento no es prioridad en su calendario. Sus mejores talentos juveniles, los que luego vemos brillar en Juegos Olímpicos, están enfocados en su competencia interna nacional, en mundiales de categoría o en el sistema universitario. Por eso no arrasan aquí, porque su apuesta es a largo plazo y con otras competencias. No es debilidad, es estrategia.

Brasil en cambio ha construido un modelo de Estado con inversión sostenida y programas como la “Bolsa Atleta”, que asegura que sus jóvenes tengan respaldo económico y continuidad. No dependen de destellos, sino de un sistema que produce volumen y diversidad de medallas. Su capacidad de competir en deportes estratégicos como judo, atletismo, natación o gimnasia lo hace prácticamente imbatible en el nivel juvenil.

Colombia es el gran caso de éxito de la región. Lo que empezó como el impulso de ser sede en Cali 2021, se convirtió en un plan serio de infraestructura, metodologías y programas de talento que hoy le permiten sostenerse con los mismos 48 oros. Su enfoque en disciplinas clave, sumado al respaldo científico y al seguimiento institucional, explica su ascenso.

Y México… México confirma lo que muchos advertimos: el retroceso es producto de la falta de articulación entre deporte escolar, federado y universitario. Hay talento, sí, pero disperso. Si no fortalecemos el sistema educativo con visión deportiva desde la primaria hasta el bachillerato, y no reactivamos un verdadero sistema competitivo universitario que dé continuidad y roce internacional a los jóvenes, seguiremos condenados a aplaudir esfuerzos aislados. El futuro no se improvisa: se planifica, se estructura y se sostiene. Y ahí está la diferencia entre quienes ya encontraron la fórmula y quienes seguimos buscándola.

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