La mentalidad de campeón indómito del César del boxeo brotó nuevamente al decir sí al reto beisbolero de Mauricio Sulaimán -se llevó a cabo en la jaula de bateo del Sports and Chips Game Bar-, sin pensar en su reciente cirugía del riñón derecho. Es un hecho que Sergio Sandoval Caro, el prestigioso médico que lo acompañó en su carrera y que sigue al pendiente de su salud, no lo hubiese autorizado. Julio está recuperación y lo prueba el hecho de que lo oímos quejarse, a su llegada, cuando un colega nuestro le dio una palmada y le “testereó” la región lumbar.

El “duelo” surgió cuando Sulaimán esquivó el desafío de un sonriente Chávez de sostener una sesión de sparring en la cartelera del 13 de diciembre en San Luis Potosí, donde reaparecerán sus hijos Julio y Omar. El directivo le hizo la contrapropuesta de “medirse” en el terreno donde Babe Ruth se convirtió en leyenda.

Así, transcurrió uno de los Martes de Café más divertidos (esta vez fue en lunes porque Mauricio Sulaimán viajaría horas más tarde a Riad, para la fase semifinal de la Copa Mundial del WBC). El legendario púgil no perdió su positividad, ni siquiera por no haber podido descargar un buen toletazo.

En la reunión previa, Chávez aceptó volver a abordar el tema de la detención en EU de Julio, su hijo varón mayor, y de las acusaciones posteriores a su deportación por parte de la Fiscalía de la República. El César estableció su total confianza en la inocencia del Júnior y reafirmó su dicho de que la fama lo llevó, al igual que a él, a conocer en Culiacán a gente relacionada con los bajos fondos, so pena de sufrir represalias en caso de desairar a ese tipo de personas, sin incurrir nunca en esa clase de actividades al margen de la ley. Chávez estableció que el su vástago lleva un año y medio sin ingerir sustancias dañinas, mientras que él suma 17 calendarios, limpio de alcohol o estupefacientes.

Chávez tiene un temple de acero. Cualquier otro ser humano con semejantes problemas, sería incapaz de desbordar ese buen humor nato.