Una vez definidos los cruces de cuartos de final y ante la triste eliminación de Pumas, en el Play-In, la serie entre Cruz Azul y Chivas polariza la atención en el arranque de la Liguilla por el título.

El cierre mostrado por el Guadalajara, hoy con más cara de equipo, le da cierto interés a la batalla contra La Máquina, que en otras circunstancias parecería desigual, pero el inesperado descalabro de los cruzazulinos ante los felinos, más la aparatosa lesión del portero colombiano Kevin Mier, desdibuja a los celestes frente al golpe anímico por la pérdida de su guardameta titular y, en paralelo, el escenario pone a soñar a los tapatíos.

Sin embargo es obvio que la plantilla cementera es mucho más robusta. Defensivamente agrupa jugadores sólidos como Willer Ditta, Gonzalo Piovi y Orozco Chiquete, además de útiles piezas que combinan sacrificio, ingeniería y creatividad, como Érik Lira, Charly Rodriguez, Nacho Rivero, José Paradela e incluso el polaco Mateusz Bogusz.

Y a la ofensiva destacan el Toro Fernández, el Cuate Sepúlveda y Luka Romero. Las opciones sobran en el engranaje azul. La portería será resguardada por Andrés Gudiño, cuyo estilo es proteger su marco sin jugarle al canelas.

Él no la hará de líbero, ajuste que tampoco implica serios problemas para sus compañeros o al menos en teoría así parece.

Del lado del Rebaño la puerta la cubre el Tala Rangel, quien es seleccionado Tricolor y cuya actuación con Chivas puede terminar por convencer al Vasco Aguirre rumbo al Mundial 2026. Otros jugadores tienen sus argumentos y son útiles.

Lo es, por ejemplo, el Tiba Sepúlveda en retaguardia, pero también ayuda el exitoso ir y venir del Cotorro Bryan González o los destellos de Efraín Álvarez. ¿Quién ignora la probada capacidad del Piojo Alvarado o el buen momento de la Hormiga González, autor de 12 dianas, entre los campeones goleadores del torneo?

Es cierto que Chicharito Hernández ya vio pasar sus mejores años, pero cualquier gol se agradece. A la postre es indiscutible que no será decisivo, mas en algún pasaje puede servir de algo, dada su experiencia y esa chispa extraviada que de la nada anhela recuperar.