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Las reglas y los reglazos
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Eduardo Brizio

31, diciembre 2024 - 6:00

Confieso que he vivido

En estas fechas decembrinas, suelen aflorar los recuerdos, las buenas intenciones y (en mi caso) las reflexiones.

No están ustedes para saberlo, pero a mis 67 años de edad, tengo muchas, muchísimas cosas que agradecerle a la vida y aún germina la inquietud de perpetuar: los sueños, las ilusiones, las fantasías.

Dejando a un lado el amor y el ejemplo que inculcaron mis padres en mí, el apoyo y la solidaridad mostrada por ellos durante toda su existencia; sinceramente, me siento un ser bendecido.

Es cierto que en una de las actividades en la que me desempeñé en mi juventud, como árbitro de futbol profesional, logré cierta notoriedad, que complementó mi vida el estar inmerso en la disciplina deportiva más hermosa de la creación; una vez retirado de las canchas, el destino me “aplicó la ley de la ventaja” para seguir ligado al balompié en los medios de comunicación; pero, no se trató de “la pasión” de mi vida.

No pretendo “patear el pesebre”; pero, debo de reconocer que mi pretensión desde niño fue la de realizar una actividad más trascendente; de modo que, enfoqué toda mi dedicación y entusiasmo a lograr un título universitario, de cierta manera, para retribuir a mis progenitores el esfuerzo.

Así, al recibirme de Médico Veterinario Zootecnista, en mi alma mater: la Universidad Nacional Autónoma de México, llevo ya más de cuarenta años dedicado a procurar la salud y el bienestar de nuestros amigos de cuatro patas, lo que ha saciado plenamente mis expectativas.

Y digo que “el futbol complementó mi vida” porque, si volviera a nacer y me dieran a elegir una sola de las actividades: entre el futbol y la veterinaria ¿Cuál escogerías?, pues, las dos, sería la respuesta adecuada; sin embargo, sin duda alguna decidiría volver a ser veterinario ¡Mi vida es para los perros!

Además, entre todos los dones recibidos, destaca un ser de luz, que me ha acompañado de manera: amorosa, incondicional y solidaria a través de los años, enseñándome (entre muchas otras cosas) a ser mejor, a ser feliz y que desde su vientre me regaló tres grandes motivos para agradecer, de manera perenne, al que murió en la cruz.

No he tenido muchos amigos; pero, los que he tenido, han sido de excelencia. Me gusta mucho trabajar, la música, la bohemia … parafraseando al célebre poeta chileno Pablo Neruda … confieso que he vivido.