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El deporte no descansa. Geoffrey Recoder
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Geoffrey Recoder

21, noviembre 2025 - 4:00

4,208 Razones

El Gobierno de México presentó esta semana el programa “Mundial Social”, donde anunció la construcción,  recuperación y rehabilitación de 4,208 canchas y espacios deportivos sociales en todo el país. El dato es histórico: nunca un Mundial había sido acompañado por una apuesta de esta magnitud en infraestructura deportiva social. Según la información oficial, el proyecto se llevará a cabo mediante la suma de esfuerzos de los tres órdenes de gobierno. El anuncio abre una pregunta clave: ¿qué condiciones deben existir para que esta inversión realmente transforme comunidades?

Apostar por infraestructura deportiva social merece un reconocimiento. Es un paso correcto y largamente esperado. Pero la experiencia demuestra que la infraestructura, por sí sola, no cambia realidades. Datos internacionales lo confirman: la UNESCO señala que el deporte genera beneficios sociales y educativos medibles; en Somalia, un programa comunitario movilizó a 480 jóvenes, evaluando a 48 de ellos con resultados claros en reducción de tensiones y mayor cooperación social; y en Múnich, el programa Buntkicktgut registró más de 1,000 sesiones de entrenamiento con la participación de 2,500 jóvenes en una temporada, evidencia contundente de cómo una cancha bien gestionada puede dar vida, pertenencia y convivencia a un barrio entero.

Para que una cancha funcione como motor de transformación social se requiere mucho más que su inauguración. Se necesitan instructores capacitados, entrenamiento diario, torneos bien organizados, seguridad en las instalaciones, horarios definidos, iluminación adecuada y un presupuesto anual garantizado para mantenimiento. Sin estos elementos, los espacios suelen deteriorarse o quedar en desuso, algo que México ha visto en múltiples proyectos públicos.

El Mundial 2026 ofrece una oportunidad única para que estas 4,208 canchas se consoliden como centros activos de participación ciudadana y desarrollo humano. Con operación adecuada y comunidad involucrada, el programa puede convertirse en uno de los legados más valiosos del torneo, un impulso duradero para el país. Porque una cancha bien cuidada, con vida diaria y con el recurso humano adecuado, sí puede transformar comunidades enteras.

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