RÍO de Janeiro empieza a hablar de su crisis como tema pasado, cuando de ninguna forma puede aseverar que ésta ya haya sido superada.
El alcalde de la ciudad carioca, Eduardo Paes, describió a periodistas lo que aconteció unos meses atrás, cuando las críticas del COI subieron de tono: “Lo que se tuvo fue un escrutinio público, no tuvimos una amenaza. Me explico: ellos son súper serios y manejan estándares excepcionales”.
Se haya tratado de un escrutinio público o de amenazas genuinas, la realidad es que en los primeros meses de este año (en particular hacia abril-mayo) incrementó la cantidad de viajes a Río de Gilbert Felli, una de las figuras más importantes en la estructura del COI. Momento en el que el desastre que se avecinaba en la planeación del Mundial Brasil 2014 generaba una presión directa en las dudas sobre los preparativos olímpicos. Si a eso añadimos que por entonces el complejo de Parque Deodoro estaba atorado, que en el Parque Olímpico había una dilatada huelga (balazos incluidos en alguna ocasión), que el futuro campo de golf no solucionaba sus problemas (como todavía no los ha solucionado), y que se temían manifestaciones populares muy airadas contra los dos mega eventos deportivos (lo cual no sucedió a semejante dimensión en el Mundial), el panorama era de crisis. En esa época se empezó a reiterar la posibilidad de que Londres repitiera como sede, en substitución de un Río de Janeiro paralizado.
En aquel instante hubo voces muy radicales en contra de lo que hacía este Comité Organizador, inclusive calificando su proceso como “el peor” en la historia de los Olímpicos.
Ahora Paes dio a entender que Río de Janeiro se encuentra más adelantado que Londres 2012, cuando faltaba un plazo similar, lo cual de ninguna manera es cierto (ni siquiera insinuable).
Es verdad que mucho ha cambiado y la tensión se ha relajado, pero no que todo esté resuelto.
Las palabras del alcalde de Río de Janeiro, que dicho sea de paso es una de las figuras políticas que con más eficiencia ha influido tanto a Mundial como a Olímpicos, son desproporcionadas: la crisis no es pasado y repetirlo no hará que lo sea.
Twitter/albertolati