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PARÍS 2024

Desde tierras mundialistas. Alberto Lati

María Vega

15, noviembre 2014 - 9:47

15 noviembre 2014. Alberto Lati

ESA afición a montar muestras de operativos de seguridad previas a los mega eventos deportivos es un hábito tan absurdo como inevitable.
Río de Janeiro 2016 invitó a elementos de policía especializada de Francia para capacitar a agentes brasileños en operativos con multitudes, prevención de desastres y, sobre todo, combate hooligans. Hasta ahí muy bien, más allá de que en Juegos Olímpicos son mínimos los casos de violencia en las gradas o de conflictos entre aficiones rivales; eso tenía que haber sido para el pasado Mundial, en el que, inevitable aseverarlo, las autoridades anfitrionas no siempre lograron frenar de tajo los brotes de hooliganismo en los estadios y fuera de ellos.
Sin embargo, a lo que voy no es a eso, sino al reality show al que nos hemos acostumbrado cada dos años. Lo mismo en las culturas más distantes y diferentes: en Mundiales en Asia (Japón en 2002), en África (Sudáfrica en 2010), en Europa (Alemania en 2006), lo mismo que en Olímpicos allá donde se realicen. Los Comités Organizadores y agencias locales de seguridad tienen la sensación de que generan tranquilidad (¿o miedo?) a la sociedad presentando imágenes de ataques bacteriológicos, con personas maquilladas con fuertes heridas, con pánico de los actores atacados, con helicópteros, lanchas, tanques, todas las unidades involucradas.
Obviamente, lo importante no lo va a ver la opinión pública, algo que, de lo contrario, sería un peligro, un tip a los eventuales transgresores, una advertencia de por dónde entrar (es decir, anunciar qué harás y cómo lo harás, tiende a incrementar el éxito de los maleantes), aunque a los reporteros de televisión nos genera muy buenas imágenes, cargadas de emotividad y, más todavía, en plena sede de la inminente justa deportiva.
Río de Janeiro 2016 quiso seguir ese tenor con lo mostrado esta semana en Maracaná, pero sin tecnología ni grandes operativos: en las fotos aparecen los policías franceses enseñando a los brasileños a someter a aficionados, a efectuarles llaves de judo, a inmovilizarlos, a torcerles el brazo (por cómico que suene).
¿Para eso tuvieron que traer a unidades de Francia? Seguro hubo mucho más en sus coloquios y charlas de calificación, aunque la policía brasileña no sale bien parada de esas muestritas: una clase de judo a cargo de un francés en el estadio de la próxima inauguración…
Twitter/albertolati