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PARÍS 2024

El Pollo de Tlalpán. Daniel Reyes

Itzel Ubiarco

14, enero 2015 - 11:00

14 enero 2015. Daniel Reyes

LE LLEGÓ LA NOCHE
ALLÁ en mi lejana, aunque tierna infancia, tenía por costumbre ir los domingos a la gustada matinée; función que se daba por las mañanas en aquellas viejos cines, que hoy son un recuerdo.
Por meras cuestiones geográficas iba muy seguido al cine “Sonora” que estaba en la esquina de Fray Servando y Circunvalación, frente a la estación de bomberos y al mercado de Sonora justamente. Cabe la aclaración que en aquellos viejos tiempos uno podía caminar sin mayor preocupación por ese rumbo, donde hoy es un deporte extremo intentar hacerlo.
Ese día iban a echar una doble cartelera; “El derecho de los pobres” y “La noche del acorazado”; esa vez la palomilla y un servidor íbamos específicamente a ver la de los pobres, pues su trama se basaba en el futbol, del que éramos (somos) unos verdaderos enfermos.
Nos chutamos toda la película y nadie de nosotros pudimos contener las de San Pedro, aquello era una chilladera de Liga Premier, y todo porque el protagonista, que era todo orgullo y corazón, muere trágicamente al querer recuperar su balón de fut.
Encendieron las luces antes de comenzar la segunda función; y con risitas nerviosas, limpiándonos las lágrimas nos preguntamos si nos quedaríamos a ver la del acorazado; hubo división de opiniones y como nadie se movió resuelto a irse, nos acomodamos otra vez en nuestros puestos dejándonos llevar por la magia de llamado séptimo arte.
La historia era muy simple, se trataba de un gran barco Alemán del que pensaban sus creadores era indestructible; aunque en la historia van dejando ver que hay muchas omisiones en su planeación y un montón de fallas en el armado, por lo que nos estaba latiendo que la enorme embarcación iba a hacer agua en algún momento.
El capitán del navío estaba muy seguro de que su acorazado era imbatible, no daba ni la más minima oportunidad a otro de su calado a sacar siquiera el empate; se ufanaba en altamar de su preciada embarcación y se le quemaban las habas por rifarse un tiro a la brevedad.
Su sueño se hizo realidad encontrándose de frente con una nave de la armada gringa, y una vez que sus radares se saludaron comenzó el envío de fuego; un popurrí de bombazos iban y venían, al cabo de largos minutos de batalla, le avisaron al capitán alemán del acorazado que estaban heridos de muerte y que su buque corría un gravísimo riesgo de irse al valle de las calacas; el teutón, no sólo no hizo caso, si no que ordenó acercarse a su enemigo; cesó el fuego y los gritos del capi llenaban el espacio anunciando que habían ganado y que en poco tiempo serían dueños del mundo; minutos después, cuando el sol se había ocultado, el acorazado se fue hundiendo poco a poco, hasta que no quedó rastro alguno de su poderío.
Hoy día, muchos años después, esa doble cartelera fue como un presagio de lo que le puede pasar a las Chivas, con una gloria que se muere por su balón y un capitán que su optimismo (¿o ignorancia?) rebasó su razón.
 
Cierro con una obra titulada “la Castañeda”
 Ayer me puse a llorar,
Ante tal contestación,
Porque no dijo: “a salvar”
Vergara dijo: “campeón”

Y si no, quéjense a la FIFA
Twitter: @pollodetlalpan