PARA 2024, Estados Unidos llevará 22 años sin haber albergado unos Juegos Olímpicos, sean de invierno o de verano. Tan diferente a la racha que mantuvo con cinco eventos en medio siglo: Squaw Valley 1960, Lake Placid 1980, Los Ángeles 1984, Atlanta 1996, Salt Lake City 2002.
Nueva York lo intentó para 2012, pero quedó fuera a las primeras de cambio en la votación ganada por Londres. Chicago, encabezado por la familia Obama, buscó los de 2016, mas fue la primera candidatura desechada en la asamblea que preferiría a Río de Janeiro.
El asunto es que cuatro de las principales ciudades estadounidenses buscan devolver a las barras y las estrellas el fuego olímpico. Boston, Los Ángeles, Washington y San Francisco pugnarán primero por representar a su país y después contra quienes contiendan por cada región. En teoría, sus rivales podrían ser Roma, París, Berlín, San Petersburgo, Durban y Doha (Qatar).
La situación se complica porque ya en esta instancia preliminar, existe oposición en cada una de las mencionadas urbes norteamericanas. En particular, en Boston.
Ha crecido el movimiento adverso a que esta ciudad del estado de Massachusetts formalice su candidatura, en virtud del monto que eso implicaría: entre 10 mil y 20 mil millones de dólares, que, argumentan, serían tomados de los impuestos y no destinados a otras prioridades de la población.
Mientras que avanza el debate entre las cuatro finalistas norteamericanas (antes incluso fue opción una sede compartida San Diego-Tijuana), existen factores adicionales que diezmarán los esfuerzos del Comité Olímpico Estadounidense: la seguridad. Se teme que unos Juegos ahí luzcan como búnker, algo que de por sí ya acontece en sitios envueltos en menor cantidad de crisis internacionales, polémicas, intereses, conflictos. Atlanta 96 y Salt Lake City 2002 dejaron el precedente de difícil movilidad por ese motivo.
Eso mismo eliminó del camino a Nueva York para 2012 y pesará a quien sea que represente a este país rumbo a 2024.
Desde mi perspectiva y estando a tres años de la decisión del COI, esos Olímpicos de verano serán para Europa occidental. Doha va muy lastimado por todo lo que ha rodeado al Mundial 2022 y la opción más viable tiende a ser Berlín o París (habrán pasado diez años desde la última cita europea, Londres 2012).
Respecto a Estados Unidos, acumulará otros cuatro años sin fuego olímpico, algo sin precedente en épocas contemporáneas. Al menos, así parece.
Twitter/albertolati