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El deporte no descansa. Geoffrey Recoder
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Yael Rueda

28, noviembre 2025 - 6:00

Mundial 2026: precios que duelen

De la fiesta del pueblo al Mundial que se nos escapa. México es el único país que habrá sentido tres veces la emoción de un Mundial, pero detrás de ese privilegio surge una pregunta que hoy pesa más que nunca: ¿sigue siendo el futbol un espacio accesible para la gente que lo ha amado toda la vida?

En 1970, las entradas costaban entre 1 y 8 dólares. El Estadio Azteca reunía a más de cien mil personas y nadie pensaba en el precio como un obstáculo. Aquella Copa del Mundo fue una celebración popular, un abrazo colectivo donde las familias vivían el sueño mundialista sin miedo a afectar su economía. Era un futbol cercano, construido desde la comunidad.

En 1986, esa esencia aún sobrevivía. Aunque hubo venta de boletos individuales, también se ofrecieron paquetes o abonos por sede. Algunos rondaban los 300 dólares, lo que dejaba un promedio aproximado de 23 dólares por juego. La final, con más de 114 mil asistentes, recordaba que México seguía adentro de su propia fiesta y que asistir al Mundial todavía era una ilusión posible.

Quienes vivieron aquellos torneos no solo recuerdan los goles y las estrellas, sino la oportunidad real de estar ahí. Hablan de boletos comprados sin angustia, de estadios llenos de familias y de un país sintiéndose parte de algo histórico. Esa memoria deja más clara la distancia entre lo que fuimos y lo que somos, entre la tribuna abierta de antes y la barrera económica de hoy.

Pero en 2026 el panorama es distinto. No hay abonos como en 1986; ahora todo se vende por boletos individuales, paquetes temáticos o modalidades de hospitalidad pensadas para un mercado global. El boleto más barato ronda los 60 dólares y los más exclusivos superan los 6,700. Además, México solo albergará tres partidos de la Selección, lo que incrementa aún más la demanda y los precios. Lo que antes unía a las familias hoy las deja contemplando la fiesta desde lejos.

México pasó de organizar los Mundiales más accesibles y entrañables… a ser parte del Mundial más caro de la historia. No es solo un asunto de precios: es la herida de ver cómo el juego que nos formó comienza a alejarse de quienes más lo sienten y más lo necesitan.

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