La imagen de Julio César Chávez, después de una dura práctica, apareció en nuestra mente al asomarnos a los vestidores del gimnasio Nuevo Jordán. Como era su costumbre, JC se ventilaba los pies luego de tomar una ducha, mientras hacía bromas con su equipo.

Tal evocación ocurrió la semana anterior, durante la breve celebración por un nuevo aniversario de ese legendario lugar, donde, en semanas recientes, el argentino Sergio “Maravilla” Martínez recibió un reconocimiento, por parte de Bladimir Juárez. Ante un lleno de jóvenes deseosos de escuchar sus consejos, Martínez confirmó su sencillez.

Ayer nos llamó el profesor Daniel Castro Ugalde. Evocamos que el César del boxeo adoptó el Nuevo Jordán como su sitio preferido de prácticas, al comenzar a trabajar con Cristóbal Rosas, el entrenador que había integrado a su equipo por consejo de Ángel Gutiérrez. Este último le compró su contrato al manejador Ramón “Zurdo” Félix Castro Ugalde conoció a JC en 1987, mientras el campeón corría “como Dios le dio a entender”, sin ninguna guía, en la pista del Tec de Culiacán, donde “el profe” era entrenador de atletismo. Así, Chávez aprendió a explotar al máximo su rendimiento físico y Castro Ugalde fue la clave para que en marzo de 1990 conquistara su victoria mayor al noquear a Meldrick Taylor a dos segundos del campanazo final. Fue una guerra en que Julio fue exigido hasta el límite de sus fuerzas. El impulso mental en su esquina estuvo a cargo de José “Búfalo” Martin.

Muchos años después, Julio César Chávez júnior hizo sus prácticas en el icónico gimnasio cercano al Salto del Agua y lo primero que expresó fue que la altura de la Ciudad de México no es un mito.

Por cierto, dado el éxito de los programas de boxeo amateur que se presentan los últimos domingos de cada mes en los tres rings del inmueble de la calle Buen Tono (un promedio de 60 peleas por función, con un récord de 112, en febrero), Juárez anunció que esos festivales de golpes, que cuentan con servicio médico y jueces calificados, continuarán en 2026.