31, octubre 2025 - 6:00
Héctor Mungía heredó las dos profesiones de su padre. FOTOS: OSWALDO FIGUEROA
Alrededor del mediodía, cuando el sol más atiza, el señor Pablo Munguía y su hijo Héctor Munguía trabajan a marchas forzadas con pico y pala para cavar el hoyo requerido a solicitud de unos familiares para que a las cinco de la tarde quede listo y se le pueda dar sepultura a un recién fallecido.
Mientras que los dos boxeadores cumplían con su trabajo se dieron tiempo de atender a ESTO. Cada uno se turna, van por tiempos, el trabajo compartido resulta un poco más “sencillo”. Pablo, con mayor experiencia, casi 27 años, comienza a cavar, mientras que su hijo espera su oportunidad.

Cuando Héctor ingresa al agujero y sale su padre, éste toma el micrófono del Diario de los Deportistas.
“La jornada comienza con el camión de basura y, posteriormente, luego, cuando tenemos servicio, pues esto es lo que se hace. Cuando tenemos servicio, pues hay que escarbar para recibir a la persona que vienen a sepultar, pero el día se comienza trabajando, recio, como todo. Empezamos a las siete de la mañana y dependiendo ya con el trabajo, si hay que sepultar, terminamos cuatro, cinco de la tarde, pero el horario normal, pues, es a las tres la hora de salida. De lunes a viernes, pero si hay trabajo también le entramos sábado y domingo”.
El box y los panteones siempre han estado en la vida de Héctor Munguía gracias a su padre
Munguía Rojas, quien siguió con la tradición de su fallecido padre, quien por cierto está enterrado en el mismo Panteón Dolores, donde labora. Explicó que una fosa mide alrededor de 2.20 metros de largo y 90 centímetros de ancho. Mientras que la profundidad depende, hay sitios donde hay uno o más cuerpos, pero el promedio es de metro y medio para adelante. Ahora Héctor sigue sus pasos como sepulturero y como boxeador.
“Aquí trabajó mi papá durante 53 años. Aquí él trabajó”, indicó Pablo, quien, aunque se apenó un poco, subrayó que empezó a practicar boxeo porque de pequeño sufría obesidad, “yo pesaba casi 104 kilos. Entonces me dediqué al boxeo, me metí, así como para hacer ejercicio, lo agarré como un hobby para bajar de peso, y fueron saliendo las cosas bien. Tuve como 20, 25 peleas amateur. Llego yo con Ricardo Reyes a su gimnasio y él me debuta como profesional, y de ahí agarrados él de la mano con Ricardo Reyes, pues gracias a Dios hicimos buenas cosas”.
“Y ahorita, pues, llevé igual a mi hijo para que también hiciera un poco de ejercicio y le ha gustado el deporte y ahorita ya lleva 12 o 13 peleas profesionales”, dice Pablo, mientras que su hijo mientras hace el agujero le corrige, “18, 18 peleas profesionales, llevo”.
“El Sepulturero” padre recuerda: “Yo fui campeón nacional, campeón de Norteamérica, campeón latino plata del CMB, y del OMB. Estuve clasificado en el número 12 para un campeonato del mundo, el cual yo me hubiera enfrentado en su momento, pues, contra Juan Manuel Márquez o Manny Pacquiao, pero, pues, la edad ya no nos dio para más. Pero hicimos buenas historias y buenas cosas en el boxeo”.
Héctor Munguía todavía espera su gran oportunidad en una pelea de campeonato
El exboxeador de 46 años reconoció que cada situación tiene su complejidad, trabajar de sepulturero y prepararse para una pelea. Cada una genera su propio sentimiento. “Híjole, pues creo que las dos cosas, porque también se sufre mucho en el entrenamiento, las dietas, la sed, el entrenar, el pararse a correr temprano. Y, pues, de este lado del panteón, pues es poco doloroso el ver a la gente, porque ya lo hemos pasado, ya he pasado por eso. Perdí a mi papá hace dos años, mi mamá tiene cuatro años, que acaba de fallecer. Entonces llega ese recuerdo, llega esa nostalgia, ese sentimiento, y luego cuando estamos haciendo la labor de sepultar a algún papá, alguna mamá, obviamente llega el recuerdo y llega el sentimiento”.
Héctor Munguía siguió las dos profesiones de su señor padre, sepulturero y boxeador con la ilusión de alcanzar el sueño de ser campeón mundial, desea esa gran pelea que lo pueda encumbrar. Por lo pronto tuvo una buena experiencia en el Grand Prix de Arabia Saudita que realizó el CMB y de nueva cuenta estuvo presente en una cartelera encabezada por Mariana “Barby” Juárez. Confía en sus cualidades y que esa apuesta de dejar la escuela para ayudar a su papá y ser boxeador tenga frutos.
“Por mi jefe desde niño me gustaba el box, el mirar a mi papá, el ver los escenarios, las plazas, las arenas. Entonces, ahí como que me quedó como que la espinita de poder probarme yo también, hasta dónde sería capaz de llegar. Y el trabajo, pues, igual, por cuestiones de estudio, vine a trabajar con mi padre, mi padre me enseñó la base del deporte y el trabajo”.
Cavar una tumba es tan duro como un entrenamiento de box
Al igual que su padre comparó las complejidades de cavar y alistarse para una pelea. “Aquí (en el panteón) es trabajar en el calor, en el frío, trabajar casi 24/7, andar de allá para acá, caminando arriba y abajo, igual como en el gimnasio, anda trabajando de lunes a viernes”.
Munguía Calderón detalló para el Diario de los Deportistas que incluso suele combinar ambas acciones, aunque tenga pelea programada, no deja de ayudar a su padre, incluso a temprana hora suele entrenar un rato en el mismo panteón Dolores y después toma el pico y la pala.
“Sigo aquí hago mi trabajo, aquí igual hago mis entrenamientos, aquí me pongo a correr, aquí empieza mi rutina desde las siete de la mañana, me pongo a correr, aquí me amarró un tronco y me pongo a jalar”.
Puede con las dos profesiones
El oriundo de Cuajimalpa destacó que sus ganas por querer brillar sin descuidar una u otra se debe a su enjundia. “ahora sí que, como dicen por ahí, sacamos el tercer huevo para poder darlo todo en el gimnasio, porque en el gimnasio es sacrificio y esfuerzo. Entonces, ese esfuerzo lo saco yo todo en el gimnasio hasta llegar a casa y poder descansar, cenar, bañarme y dormir, para otro día seguir la misma rutina. Para hacer el mismo esfuerzo que hago hoy, tener el doble mañana, así esforzarme el día de mañana hasta que llegue a tener un campeonato”.
“El Sepulturero” hijo señaló que a los 15 comenzó a ponerse los guantes rojos y desde los 17 empezó a tomar el pico y pala. En la actualidad tiene 23 años y subrayó que su estilo es de dos guardias. Le fascina mucho Gervonta Davis, sin dejar de lado a Floyd Mayweather Jr. y a Juan Manuel Márquez. Solo deja el pico y pala una semana antes de cada pelea. Su próximo examen será en diciembre con rival por definir, eso sí a ocho rounds en superpluma.
“Dios quiera y pegarle a la grande (pelea) y ya sacar de trabajar a mi viejo de trabajar. He aprendido muchas cosas de él. El trabajo, el deporte, el ser disciplinado, trabajar aquí diario. Me ha enseñado ir por el buen camino”.
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Después de la pequeña charla con el ESTO. Padre e hijo se dirigieron a mostrarnos las tumbas donde yacen los restos de los padres de Pablo, abuelitos de Héctor. Además de un tío y un sobrino. Los Munguía son historia en el panteón Dolores y también quieren serlo del boxeo.