Ganar una medalla olímpica cambió la vida de Joaquín Rocha. Su historia retrata la perseverancia de un hombre que tuvo un sueño y trabajó para lograrlo. Fue entonces que a poco menos de dos años para los Juegos Olímpicos de México 1968 se empeñó en aprender las artes del boxeo sin imaginar que subiría al podio en la categoría de los pesos pesados.

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“Yo nunca pensé ni ser boxeador, yo era pelotari, por las vueltas que da la vida, me hice boxeador, escasamente tenía un año ocho meses de aprender boxeo. Nunca me imaginé ni pensé llegar a una medalla. Eso sí, pensaba dar un buen buen combate y todo, y gracias a Dios se me hizo”, contó Rocha, en entrevista con ESTO.

“Mi padre, que en paz descanse me lo vaticinó, me dijo ‘no vas a jugar un campeonatito como los que estás acostumbrado, de aquí te estás jugando tu porvenir’, y mira, palabras proféticas porque mi vida cambió 360 grados”, agregó.

Joaquín Rocha personaliza su medalla de bronce que consiguió en México 86

El ex pugilista presume su medalla allá por donde va, es como su credencial, o su amuleto. La presea refleja lo mucho que tuvo que trabajar para ganarla. El bronce representó el punto final a la cosecha de nueve medallas para México, en lo que supone la mejor actuación del país en una justa veraniega. Es tanto el significado que tiene que con el paso de los años, don Joaquín ha personalizado la medalla, al grabarle su nombre y bañarla en oro, como una fiel representación de lo que vivió aquella noche en la Arena México.

“Pasado mañana se cumplen 57 años de haber ganado la medalla de bronce, haberla amarrado. Venía nada más peso pesado y yo la grabé, la bañé en oro molido, porque es de bronce pero para mí y para México fue oro molido, porque van 57 años y no ha habido otro y ya ni habrá claro porque mi división se convirtió en dos”, contó.

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