
José Ángel Rueda
24, septiembre 2025 - 6:00
Cada que llega la gala del Balón de Oro, el mundo del futbol se llena de comentarios que apuntan a lo justa o injusta que resulta la elección del mejor jugador del mundo.
Como todo en la vida, el que haya un ganador supone que detrás de él hay muchos otros que, en el sentido estricto de las jerarquías, perdieron, y eso deja un montón de inconformes.
La naturaleza de un premio semejante, es decir, que debe premiar al mejor jugador de todos, apela a la subjetividad. La manera en la que cada uno mira el futbol acepta diferentes interpretaciones. Es por eso que, con el paso de los años, el Balón de Oro ha buscado en la estadística cierto apego a la justicia. ¿Quién metió más goles? ¿Quién dio más asistencias? ¿Quién ganó más títulos?
Acaso esta última categoría es la que determina mucho del resultado. Los votantes entienden que un jugador es tan bueno como su capacidad de llevar a su equipo al campeonato. Por más que una temporada haya sido maravillosa, si al final no se gana, el objetivo quedó corto.
El mundo se debatía sobre la posibilidad de que Lamine Yamal le quitara el trono a Ousmane Dembélé. Pocas dudas pueden quedar de que, en cuanto a talento, inventiva y regularidad, el futbolista español puede estar uno o dos escalones por arriba, pero el francés cumplió con cada uno de los requisitos que lo numérico impone.
El “Mosquito” descubrió un nuevo sentido en el futbol de la mano de Luis Enrique, el técnico que por fin pudo comprometerlo. Dembélé amenazaba con tirar su carrera por la borda hasta que un día la madurez propia del crecimiento coincidió con una técnica individual al alcance de muy pocos.
Debo confesar que me sorprendió escuchar a Dembélé arriba del estrado, segundos después de recibir el Balón de Oro de manos de Ronaldinho. El futbolista francés se había empeñado en dar una imagen de jugador distante, poco comprometido con su entorno, incluso hasta callado.
La sorpresa vino cuando a Ousmane se le vio emocionado, incluso conmovido, como si estar a la altura de las expectativas fuera algo importante para él y el haberlo logrado descubriera un jugador nuevo.
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