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6, julio 2025 - 18:37

┃ Miguel Ángel Mújica / ENVIADO

Los aficionados estuvieron desde muy temprano en el NRG Stadium / Foto: Oswaldo Figueroa

Houston.- El Clásico de la Concacaf genera la rivalidad más grande del área futbolística y la gente lo sabe desde que se anuncia el calendario de la Copa Oro. Ayer en el NRG de la ciudad de Houston, el lleno estaba asegurado desde que Estados Unidos y México clasificaron al último encuentro del torneo.

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México y su orgullo nacional; Estados Unidos y su mentalidad ganadora. Las dos representaciones con el amor incondicional de sus seguidores, que convivieron en una previa diferente a la que se vivió en el resto de estados del país norteamericano.

La tensión de Los Ángeles quedó atrás; Dallas y su situación también; el calor de Las Vegas y Phoenix los acompañaron, mientras que Santa Clara confirmó su amor por el equipo de todos. Fue Houston la última parada, con un estadio que se pintó de verde y negro, mientras que los huecos sobrantes se llenaban de blanco. La pasión por el futbol fue más allá de cualquier situación.

Desde dos horas antes, la pasión llegó al NRG. No se trataba de un encuentro de los Texanos, tampoco la visita de algún top de la NFL, fue el Tricolor de Javier Aguirre y su regularidad dentro del torneo.

“Yo le diría al equipo que salga a rompérsela, la situación con los mexicanos en Estados Unidos no es nada fácil, por eso tienen que salir a demostrar que la raza es de carácter y de fuerza. ¡Vamos México!”, dijo un motivado aficionado con la cara pintada y su sombrero bien puesto.

México tuvo el apoyo de luchadores, sombrerudos y demás personajes

El equipo de todos generó lo necesario. Los luchadores, los sombrerudos, aquellos que dividieron playeras, con una de los de las barras y las estrella, mientras los otros con el águila y la serpiente casi tatuada en el pecho. De todo se vio en un campo texano dividido con 70% azteca y 20 estadounidense y hasta un 10 del resto de las nacionalidades, desde guatemaltecos, hondureños y salvadoreños que soñaron con que su selección llegaría a estas tierras.

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Houston se le volvió a entregar a México, que siempre que viene genera expectación y emoción en un estado que está más cerca del país que de la capital norteamericana. El campo de los Texanos fue claramente una sucursal del estadio Azteca.