A la par del abandono que sufre Chivas de parte del empresario Amaury Vergara, el drama rojiblanco apunta hacia una perenne decadencia que a todas luces exige un cambio que no sólo le permita recuperar su tradición como mexicanísimo, sino que igualmente redireccione sus esfuerzos hacia las fuerzas básicas, tan olvidadas en la actualidad como todo el proyecto de una histórica escuadra, víctima de la indiferencia de su propietario.

Ajeno a la pasión que provoca el futbol, por lo general Amaury ningunea los Clásicos Nacionales, y en la pasada trilogía no fue la excepción. Lo único que se le ocurrió, al interactuar en un evento con la leyenda de boxeo, Julio César Chávez, fue prometer alegremente convertir al Guadalajara “en el mejor equipo del país”, bajo el compromiso de que si esto no sucede “chi… a mi m…”, al tiempo de asegurar que su sueño “es el mismo que mi jefe”, en alusión a su fallecido padre, Jorge Vergara. “Chivas tiene que ser el mejor equipo de México todos los días”, dijo, algo que está a años luz de cumplir.

En la actualidad, aparte de quedar eliminado en los octavos de final de la Concachampions a manos del América, su odiado rival, el Rebaño se encuentra en riesgo de quedar fuera del Play-In, tras empatar ante el FC Juárez en la duodécima jornada del Clausura 2025. Además, futbolísticamente se halla muy lejos de contender y de no ser por el permisivo sistema de competencia, no tendría posibilidad alguna de aspirar a la Liguilla.

A la fecha, la plantilla tiene jugadores que fueron importantes en otros tiempos, pero que hoy operan como dinosaurios. Si no se la viven lesionados, cuando entran al campo pasan de noche. Son los casos de Javier Chicharito Hernández y Alan Pulido. Entre ambos apenas suman tres goles, por increíble que parezca. Otros refuerzos fantasmagóricos son el portero español Óscar Whalley, Alan Mozo, Víctor Guzmán, Érick Gutiérrez, Omar Govea, Luis Romo y el estadounidense Cade Cowell. Lo que un día fue, no será…