15, noviembre 2024 - 21:28
Javier Aguirre no se guardó nada ante los hondureños / Foto: Oswaldo Figueroa / ENVIADO
Javier Aguirre tuvo razón. El buen trato que recibió de los catrachos, según su juicio, en su llegada a Honduras cambió radicalmente en cuanto comenzó el partido en el estadio Morazán. Los buenos tratos quedaron en el olvido y el inmueble se convirtió en un hervidero en su contra, sobre todo el sector que estuvo detrás de su zona técnica. La hostilidad apareció, esa que dijo estaba listo para vivir, y fiel a su estilo, el timonel nacional no se quedó callado.
“Chinguen a su madre, cabrones, hijos de p…”, fueron las palabras que expresó el entrenador nacional en más de una ocasión cuando volteaba disimuladamente a la tribuna conformada por una afición apasionada, que respondió entre más silbidos, gritos y hasta escupitajos que llegaron al campo, sin que nada de esto pasara a mayores. A pesar de que Aguirre realizó gestos obscenos.
JAVIER AGUIRRE NO SE GUARDÓ NADA ANTE LA AFICIÓN
El juego caliente se vivió entre técnico y aficionados hondureños. Una y otra vez, en cuanto había una jugada polémica o cuando Aguirre desaprobaba alguna decisión arbitral del guatemalteco, los seguidores de la H insultaban y hasta aventaban cosas al terreno de juego, donde incluso el sonido local tuvo que interferir y pidió que no lo hicieran.
¡Respondió en francés! 🫢
— Esto en Línea (@estoenlinea) November 16, 2024
La afición hondureña se mete en serio con el 'Vasco' Aguirre y el técnico mexicano les contesta con su típico estilo.
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Tal vez los lances de objetos fueron impedidos, pero no así los gritos, rechiflas y hasta las mentadas de madre contra el seleccionador mexicano, experimentado en cientos de batallas, pero que no aguantó y tuvo que responderle a las docenas de aficionados que estaban al pendiente de todo lo que hacía su rival en el límite del campo. Al menos, el Vasco jamás pasó desapercibido en el Morazán.
POCOS MEXICANOS EN EL MORAZÁN
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El estadio Morazán tuvo poca presencia Tricolor. Apenas algunas banderas pudieron observarse y en un espacio del inmueble los gritos de “México, México”, pudieron escucharse por algunos segundos, todo apagado de inmediato por el bullicio catracho. Fueron aproximadamente entre 15 y 20 incondicionales que no dejaron solo al equipo nacional, a pesar de la hostilidad hondureña.