La vida demostró una vez más que en ocasiones es muy caprichosa. Este miércoles se cumplirían 43 años de que el zurdo de Etchohuaquila, Sonora abriera el tercer encuentro de la Serie Mundial por los Dodgers de Los Ángeles ante los Yankees de Nueva York.

Era su primera experiencia en un Clásico de Otoño, con la serie en contra de la novena californiana 2-0. Fernando con un temple de acero, silenció los cañones de los neoyorquinos y volvió a la vida a los Dodgers, que se levantaron de esa desventaja para coronarse campeones en seis encuentros.

Bob Watson con solitario jonrón en el segundo rollo y Rick Cerone agregó otro de dos anotaciones en el tercer capítulo pusieron en ventaja a los Yankees, pero Valenzuela sacó la casta y ya no permitió más daño, lo que dio pie a que sus compañeros lo respaldaran con las carreras suficientes, y al final ganaron 5-4. Fernando como fue su costumbre en sus primeros años, no necesitó de relevo alguno y cubrió toda la ruta, donde espació nueve hits, para cuatro carreras, otorgó seis pasaportes y recetó seis ponches. Ya no hubo necesidad de utilizarlo, en un séptimo partido.

Con la franela de los Dodgers jugó 11 temporadas.

Ese mismo año se convirtió en el primer jugador en ganar el título de Novato del Año y el Cy Young en la Liga Nacional.
En el inicio de su carrera no le gustaba hablar mucho con los medios de comunicación. Las entrevistas se tenían que hacer a través de su representante Tony de Marco, quien hizo una gran mancuerna por varios años con Fernando.

En su visita a la Sultana del Norte en 1991, donde los Dodgers enfrentaron en el recién inaugurado estadio de Monterrey a los Cerveceros de Milwaukee. Valenzuela lanzó, no así su compatriota Teodoro Higuera con Milwaukee. A los pocos días lo dejaron en libertad y Fernando luchó contra todo para volver a la gran carpa.
Aceptó jugar con los Charros de Jalisco y en su visita a la Ciudad de México para enfrentar a los Tigres. El parque del Seguro Social resultó insuficiente. Porque registró un lleno hasta las lámparas (literal porque había gente hasta en los postes del alumbrado). No le fue nada bien, pero su desempeño con los tapatíos le valió que los Orioles de Baltimore lo firmaran y volvió a la gran carpa.

En los últimos años, fue comentarista de los Dodgers en español y junto con su esposa Linda adquirieron a los Tigres de Quintana Roo.