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13, octubre 2024 - 20:52

┃ Miguel Ángel Mújica / ENVIADO

La Selección Mexicana se dejó querer por los aficionados tapatíos / Foto: David Tamayo

Guadalajara.- La paciencia fue la mayor recompensa de los poco más de 50 aficionados que se dieron cita en la llegada de la Selección Mexicana a Guadalajara. Si bien estaba previsto que el equipo de todos arribara poco después de las seis de la tarde, fueron dos horas y 20 minutos tarde, que la escuadra que dirige Javier Aguirre arribó a suelo tapatío.

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Notablemente cansados, pero sin perder el ánimo. Los aficionados explotaron cuando el camión rotulado del equipo nacional se asomó por una puerta posterior al hotel que será su casa por los próximos tres días.

La representación fue liderada por Duilio Davino, quien, junto a algunos miembros del cuerpo técnico de Javier Aguirre, bajaron del autobús para generar un importante ruido en la zona.

El primero en bajar fue César Huerta, la locura se desató de inmediato. Los gritos comenzaron “Chino, Chino”, pidieron algunas damas que estaban en primera fila para observar al volante de los Pumas de la UNAM.

César Montes, Johan Vásquez y Rafael Márquez descendieron con la ebullición en todo su esplendor. La gente gritó y apoyó a los tres, pero fue el Káiser el que se dio más tiempo para atender a todos.

La locura se desató con los futbolistas que están o pertenecieron a Chivas, Roberto Alvarado, Gilberto Orozco Chiquete, Orbelín Pineda y hasta Alexis Vega se dieron el tiempo de firmar la mayor cantidad de playeras que pudieron.

De un momento a otro, Javier Aguirre bajó del transporte. Fue más reservado y solamente gritó “hola” al unísono, antes de sonreír y continuar con el repaso de la posible alineación que pondrá ante los Estados Unidos.

El clímax de la llegada la pusieron los últimos en bajar. Guillermo Ochoa y Raúl Jiménez confirmaron el amor que los aficionados les tienen. Un coleccionista de playeras traía la del Atlético de Madrid, la del Benfica, Wolverhampton y Fulham, todos los cuadros donde militó el Lobo de Tepeji. Jiménez, sorprendido, firmó todas y se sacó fotografías con él.

A uno al que también dejaron anonadado fue a Ochoa. Paco Memo observó unos guantes de prácticamente metro y medio. Sonriente, los firmó y atendió al resto de aficionados. Una vez más, fue el que más se quedó con los seguidores.

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Así llegó el Tricolor a Guadalajara. Con el ánimo a tope porque los aficionados vuelven a los sitios donde llegarán. Pero con la responsabilidad en la espalda de ganar el primer Clásico de la Concacaf ante el mermado Estados Unidos de Mauricio Pochettino.