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Hablillas. José Ángel Parra
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Elihu Llano

7, octubre 2024 - 6:00

EL PETARDO

La lista de incidentes de la gente del futbol contra periodistas es larga y retorcida. ¿Quién recuerda la agresión del ex defensa celeste, Paco Gabriel de Anda, contra César Martínez, reportero de Televisa? O la vez en la que Cuauhtémoc Blanco, desde una rendija del vestidor, golpeaba cobardemente por la espalda al comentarista David Faitelson, en el estadio Luis Pirata de la Fuente. En el Mundial de Alemania 2006 el seleccionador Ricardo La Volpe le arrojaría agua a los informadores al término del entrenamiento del Tricolor. Peor aún, el técnico de la Selección, Miguel Herrera, atacaría a Christian Martinoli, en el aeropuerto de Filadelfia.

El ídolo de Tigres, André-Pierre Gignac, le echaría un chorro de agua al reportero Yussif Caro, de Televisa. Y en el Nido de Coapa, el entonces americanista Carlos Darwin Quintero jugaría tiro al blanco (por fortuna carente de puntería) con el periodista Marcelino Fernández, de ESPN, cuando éste daba su reporte a un costado del campo.

La última gracejada le pertenece al mediocampista de Chivas, Roberto Alvarado, quien ha pasado de Piojo a Petardo luego de aventar, el pasado jueves, un explosivo contra los reporteros que esperaban la conferencia de prensa del Rebaño, en las instalaciones de Verde Valle.

El pecado de los comunicadores, en todos los casos, ha sido desempeñar su labor con libertad, mas el fanatismo de algunos y el apapacho de los dirigentes han promovido este tipo de prácticas, sin que exista protección real hacia el trabajo de quienes cubrimos esta disciplina deportiva. Todavía hoy hay quienes se mofan de Faitelson, como si fuera una gracia el puñetazo del agreste y corcovado ex futbolista.

Lo mismo sucede ahora con Roberto Alvarado. Los directivos, incapaces de poner remedio a las “bromas” de sus niños o de al menos capacitarlos para tener un mejor comportamiento, ni siquiera tienen la humildad de ofrecer disculpas y prefieren ignorar el hecho, empalagados por tanta soberbia y estolidez. La única respuesta ha sido minimizar lo acontecido, porque “aquí no ha pasado nada”. Entonces, la Liga MX y la Femexfut hacen mutis, el club también, las empresas que emplean a los periodistas, ni sus luces, y las autoridades ni siquiera preguntan ¿qué pasó? Por eso, digo, estamos como estamos.