Querétaro.- Después de participar un entrenamiento más rumbo al primer duelo internacional oficial de la Selección Mexicana de Rugby femenil, la capitana de las “Serpientes”, Karina Landeros, se toma el tiempo de rememorar su camino en la disciplina. Mientras recuenta una a una en su cuerpo las siete cicatrices por cirugías que diferentes lesiones le dejó el deporte a lo largo de 10 años, cuatro en la rodilla y dos en la mano derecha, sonríe y asegura que “valió la pena cada una de ellas. Una década de picar piedra, de aguantar injusticias, lo vale”.

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Con 36 años, la “Capi” es de las más veteranas del conjunto nacional, el precio a pagar por también ser de las pioneras que nunca dejaron de creer que, en un país donde domina el futbol pese a que es de los deportes que menos éxitos ha brindado, podrían robarse un poco los reflectores. La primera piedra ya está puesta.

“El rugby es la máxima expresión del triunfo para mí. Representa pasión en mi vida, un camino de caídas, de levantarse, de logros, de emociones, mi familia, mis amigos y felicidad. Las lesiones solamente me ayudan a recordar que rebase mis retos físicos, pero más que nada me recuerda que hay que seguir rompiendo los estereotipos”, dijo a ESTO durante el torneo Rugby America North (RAN), con sede en Querétaro.

El camino de Karina Landeros en el rugby estuvo lleno de dificultados

Si bien Karina tiene siete cicatrices en su cuerpo, son más aquellas que quedaron marcadas más allá del físico. Las dificultades por entregarse a su pasión deportiva la llevaron a recibir cuestionamientos en más de una ocasión.

“He luchado contra el machismo, contra la discriminación del cómo te vez, que una mujer debe ser delgada y no físicamente fuerte, que el rugby no es femenino, pero he disfrutado del camino y de callar bocas. De mostrarlo a un hombre que se puede ser fuerte sin tener su aprobación. No importa si te gusta el café o el té, si sabes correr, taclear y pasar en el rugby, eres igual de valiosa que cualquier otra mujer. Somos mujeres chin…”, apuntó.

Además de los obstáculos sociales, Karina y la mayoría de las jugadoras también pasaron (y aún pasan), dificultades económicas para continuar con su carrera. El camino es muy largo aún para que una jugadora profesional de rugby pueda vivir de su disciplina. Se espera que más adelante se logré en México, pero de momento varias de ellas aún tiene que desempeñarse en otro rubro para sustentar du día a día.

“En lo laboral ha sido difícil porque es difícil hacer una mancuerna laboralmente y deportivamente. Normalmente no tenemos este apoyo. He tenido que buscar suplencias, dejar de ganar, además invertirle en el rugby. Como sea, hemos sacado los permisos laborales. No me han corrido de mi trabajo, así que eso debe ser bueno”, dijo entre risas.

¿Qué más hace además del Rugby?

Pero Karina tiene todo planeado. Además de contar con un título en Educación Física y también coach de un equipo varonil de rugby en su natal Guadalajara: Legión de Cuervos. Esa experiencia es la que la llevó a terminar electa como capitana de la Selección Nacional, donde sostiene el estandarte de que “el rugby es un deporte se salvajes jugado por caballeros”, en el sentido de todos los valores que, según la “Capi”, la disciplina deja.

Por ello, ahora que tienen el patrocinio de una impresa internacional como Iberdrola México, espera que logre difundir la pasión y los principios del rugby entre niñas desde la secundaria y, que algún día, México se encuentre entre las potencias internacionales.

“Tenemos que seguir luchando, que subamos el nivel en el alto rendimiento, pero también para transmitir y buscar que haya una base de una pirámide mucho más amplia. Que haya niñas jugando rugby en el recreo de las escuelas, para que pueda haber más masa, más calidad, más competencia, que sea no solo un resultado deportivo. Seguir subiendo el ranking y poder ir a un Mundial de XV’s”, sentenció.

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México enfrentará este domingo a la Selección Nacional de Trinidad Y Tobago, con lo que logrará aparecer por primera vez en la historia en el ranking mundial del rugby. Un comienzo que tardó 10 años en llegar.