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Mira

14, mayo 2024 - 22:02

┃ Miguel Ángel Mújica / ENVIADO

Los aficionados del América fueron a alentar a su equipo / Foto: Oswaldo Figueroa

Guadalajara.- Las Águilas aterrizaron en tierras tapatías y no lo hicieron solas. América entró a su hotel de concentración cerca de las seis de la tarde, pero los fanáticos todavía no llegaban.

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Si bien el arribo de los cremas tuvo un poco más de 100 aficionados, estos se duplicaron prácticamente una hora después, luego de que la barra oficial de los amarillos en Guadalajara, citó para la que poco a poco se convierte ya en una tradición, la serenata previo al encuentro.

La espera fue larga, la gente no se desesperó, mientras los jugadores comieron, vieron el video de estudio y se sacudieron el viaje desde la ciudad de Toluca, en un traslado que prácticamente fue de cuatro horas desde Coapa hasta la Perla Tapatía.

Los cánticos comenzaron a sonar poco después de las siete de la noche. El tráfico no se detuvo ante la avalancha de Águilas que se veía en el lugar. Brincos, apoyo y la necesidad de ver a los futbolistas aumentaron conforme el reloj avanzó.

La esperanza comenzaba a mermarse cuando los jugadores se asomaron de una ventana. La gente apretó el apoyo, mientras la gente de seguridad se burlaba con el pensamiento de que no iban a salir los jugadores.

El primer piso dejó ver las silúetas de algunos protagonistas. Álvaro Fidalgo, Jonathan Dos Santos y Henry Martín fueron los principales. “Que bajen, que bajen”, pidió el respetable que incrementó de un momento a otro.

Ante la sorpresa de todos, un balcón se abrió a un costado del hotel y los futbolistas comenzaron a asomarse. Liderados por la Bomba yucateca y secundado por Julián Quiñones, las Águilas se le entregaron a su gente, que alentó con todo mientras los jugadores aplaudían el gesto.

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La unión fue total. Martín agradeció el gesto y junto al resto del plantel comenzaron a ingresar al interior del inmueble, mientras los seguidores se dispersaron de un momento a otro. Así cerró su preparación América, con la unión incondicional de la que consideran su segunda casa, la ciudad donde vive su máximo rival, el Guadalajara.