
Eduardo Brizio
19, diciembre 2023 - 6:01
El América es legítimo campeón de la Liga Mx. Para nada pongo en tela de juicio la obtención de su décimo cuarto título. Tampoco pretendo perpetuar la leyenda urbana de que los silbantes ayudan a los de Coapa; simplemente, me gustaría dedicar este espacio periodístico para emitir mi opinión respecto a la expulsión de Raymundo Fulgencio, al minuto 80 de la gran final.
Se habla de una agresión. Se designa con el término de AGRESIÓN a aquel acto o ataque VIOLENTO que tiene la firme INTENCIÓN DE CAUSAR DAÑO a quien va dirigido. Desde mi óptica el “manotazo” que lanzó sobre el rostro de su adversario, ni fue violento (con una fuerza excesiva) ni tenía la firme intención de causarle un daño.
Mi convicción arbitral es que las expulsiones, en cualquier partido, final o amistoso, deben de ser irrefutables y en el caso que hoy nos ocupa, no lo fue.
En la repetición se aprecia claramente que el “golpe” no derribó a Quiñones, trascurren unas cuantas fracciones de segundos y es entonces cuando “nuestro paisano” se tira como Gardel, impresionando al colegiado.
Todavía el VAR le dio la oportunidad de rectificar, llamándole a revisar la acción en el monitor. “La tenía era suya; pero, la dejó ir”.
¿Saben ustedes, estimados lectores de El Diario de los Deportistas, por qué llamó el VAR a Adonai Escobedo? … ¡Porque no era irrefutable la expulsión! … ¡Para la gente del VAR era de amarilla! La regla de juego no dice que las tarjetas rojas deban de ser irrefutables … ¡Pero, el sentido común sí!
¿Por qué nadie cuestiona la expulsión de Nahuel por segunda amarilla? ¡Porque fue irrefutable! … ¡Así de fácil … así de sencillo! La de Fulgencio, no lo fue.
Por supuesto que, si nos apegamos al texto de la regla, que dice que golpear con la mano en el rostro a un adversario se considera conducta violenta, podríamos encontrar elementos para mandar a bañar temprano al “agresor”; sin embargo, los defensores de dicha tesis olvidan que la regla termina diciendo “a menos de que el golpe haya sido insignificante”.
Igualmente, se argumenta que el balón ya había salido de la cancha y por lo tanto ya no estaba en juego; a pesar de ello, continuaba en disputa.
La tarjeta roja que dejó a los Tigres en inferioridad numérica careció de un elemento esencial para considerarlo conducta violenta que es la fuerza con la que se cometió.
La decisión de Adonaí pasará a la historia y le proporcionó, utilizando una frase que se le atribuye a Cuauhtémoc Blanco … “Leña a los lobos”.
Las opiniones vertidas en este artículo son responsabilidad de quien las emite y no de esta casa editorial. Aquí se respeta la libertad de expresión.
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