Eduardo Brizio
3, noviembre 2023 - 6:00
Resulta que, en un partido de liga, Pumas vs Veracruz, durante el primer tiempo, porté un micrófono y David Faitelson realizó un reportaje al respecto, que se trasmitió por la tarde en el programa dominical “DeporTV”, convulsionando al futbol nacional.
Ahora que el polémico periodista, al parecer, ha sido contratado por TUDN, llegaron muy frescas a mi memoria algunas reflexiones que me gustaría compartir con ustedes, estimados lectores del Diario de los Deportistas, respecto al aberrante manejo que le dio al caso el “cartel del balompié”.
Supuestamente yo infringí la regla uno, porque dice que “no se pueden colocar micrófonos en los accesorios del campo”. Admitiendo sin conceder, tan rebuscado señalamiento, la regla no ha cambiado en ese sentido y ahora los silbantes del orbe entero utilizan micrófonos intercomunicadores en todos los partidos ¿No que estaba prohibido?
“Sin pena no hay ley”; es decir, en el supuesto de que yo hubiera infringido la regla, no existía un castigo claramente establecido para dicha infracción.
Un árbitro puede ser sancionado en primera instancia por la Comisión de Árbitros o por la Disciplinaria y en la última de las instancias por el Consejo Nacional. Mi caso, en menos de 24 horas ya estaba en manos del Consejo Nacional sin haber pasado por la Comisión de Árbitros ni por la disciplinaria; es decir, se violó con flagrancia el derecho procesal establecido en sus propios estatutos. Sería como si un caso civil o penal al día siguiente ya estuviera en manos de la Suprema Corte de Justicia de la nación.
Un axioma jurídico que data desde los tiempos de los romanos es aquel que reza: “todo sujeto que es juzgado tiene derecho a ser oído y vencido”, lo que en mi caso no sucedió. Jamás se me permitió defenderme, nunca me dejaron pronunciarme al respecto, tampoco me escucharon o me dieron audiencia, ni en México ni en Zurich.
En otra de las violaciones a los más elementales derechos de la justicia universal: fui juzgado dos veces por el mismo (supuesto) delito y recibí dos sanciones distintas.
En México, las autoridades (in) competentes de la FMF me suspendieron seis meses y luego en Zúrich, la FIFA me despojó del gafete que me acreditaba como árbitro internacional (aunque al término del castigo lo recuperé).
Por todo lo anteriormente expuesto, no me cabe la menor duda que, en el sonado caso del micrófono, mis derechos humanos fueron violentados de manera reiterada… me deberían de ofrecer una disculpa pública.
Eduardo Brizio
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