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23, junio 2023 - 19:46

┃ José Ángel Rueda / ENVIADO

El Salvador es la sede de los Juegos Centroamericanos / Foto: Luis Garduño

Como si fuera una gambeta del mismísimo Mágico González, el estadio que lleva su nombre estuvo listo para la gran cita. Justo cuando parecía que todo estaba perdido, el inmueble amaneció pletórico para la inauguración de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador 2023.

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El diluvio que cayó la tarde previa no paró los últimos trabajos, al contrario, el agua, con ese poder que tiene, se llevó todo rastro de la construcción. Para el mediodía, los cortes de circulación en las inmediaciones del Mágico anticipaban una tarde de fiesta. San Salvador evitó el caos con algunas medidas, como la salida anticipada de algunos trabajadores que debían liberar las principales arterias para la tarde.

Con el tiempo, al estadio se acercaba la gente, muchos de ellos vestidos con la playera salvadoreña, en el brote de nacionalismo que emerge en esta clase de competencias. El salvadoreño, sin embargo, verdaderamente siente los colores, o el momento que se vive en el país, donde el aire que llega desde las montañas, finalmente es distinto.
Los Juegos Centroamericanos así se sienten en la capital salvadoreña, así fueron concebidos, cuando gobierno encabezado por el presidente Nayib Bukele fue por ellos a toda costa, como una oportunidad para mostrarle al mundo el cambio, tan utópico en otros tiempos y en otras cosas.

“Es un hecho histórico, porque desde el 2002, que fueron los últimos juegos, no hemos tenido un evento tan grande. Nos estamos un poco queriendo adaptar a estas grandes festividades, que involucran gente de toda la región, Centroamérica, el Caribe, poder adaptarnos para que todos los visitantes se sientan cómodos, como en casa”, contó el Influencer salvadoreño Ángel Going.
“La idea es que las cosas, a nivel Centroamérica y Latinoamérica vayan mejorando, cualquier cosa que pueda sumar a que mejoren las cosas es de aplaudir. En El Salvador estamos en esa lucha constante, pero vamos avanzando”, agregó.

La intensidad del sol no mermó el ánimo de los asistentes. Más bien están acostumbrados al clima en este país, donde hasta un cielo despejado puede presagiar una tormenta. Las autoridades montaron un cerco de seguridad de unas tres cuadras, pero el ingreso fue fluido. Una vez superado el ingreso, había porras y bienvenidas de un ruidoso grupo de animadoras.
Entre los asistentes, estaban Guliermo y su hijo Guillermo, que avanzaban emocionados por la fila. “Es muy emocionante, estoy muy feliz de estar acá en los juegos, y orgulloso de mi país. Orgulloso de que se den este tipo de eventos que son muy buenos para toda la población”, dice el padre.

Y es que el legado de los juegos no solo apunta a lo inmediato. “El objetivo es que mi hijo, que está pequeño, pueda gustarle el deporte. Que se apasione por los deportes, ya más adelante él va a decidir qué disciplina es la que más le gusta”, agrega orgulloso.
Guillermo lo escucha, y asiente, como para asegurarle a su padre que todo quedó claro. La decisión no será fácil, porque le gusta el futbol, el basquetbol, el tenis y la natación.

Ya adentro del estadio, el Mágico lució lleno. Como un presagio, en la entrada se dieron impermeables, por sí acaso. La gente pasó el tiempo al grito de El Salvador, también se hizo la ola y no faltaron las risas con la kiss cam. Y el cambio del beso prometido por el abrazo incómodo.
Cuando las luces se apagaron se supo que todo estaba por comenzar. La inauguración, sí, pero también los juegos, y 16 días frenéticos de historias y competencias.

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