La historia de Chessman como luchador y persona va más allá de su más reciente polémica con el youtuber Adrián Marcelo, a quien le dio una bofetada durante el festival ‘The World is a Vampire’.

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El ‘asesino de la luz roja’, como se le conoce en el mundo de la lucha libre, estaba destinado a ser un deportista de alto rendimiento. Aunque se decantó por el deporte de los costalazos, la realidad es que pudo convertirse en un futbolista profesional. La herencia la lleva en la sangre.

Su pasión por el futbol la heredó de Javier Titino Martínez Arredondo, quien fue jugador del América entre 1965 y 1967; su padre también jugó para el Tampico Madero y Pumas. Eso sí, a Chessman le encantaba la pelota, pero desde muy chico también le gustó el arte del catch.

Kevin Citlali Martínez Zamora, nombre real del gladiador, participó en varios equipos juveniles hasta que alcanzó la tercera división con el Necaxa, sin embargo, el sueño del profesionalismo no duraría mucho, pues en un interescuadras, el zaguero lastimó a un jugador extranjero, así que fue relegado por el Chato Ortiz.

Según una nota publicada por Grupo Milenio, Chessman aseguró que le hubiera gustado defender la camiseta de Cruz Azul, equipo al que apoya de la Liga MX, incluso reconoció que el América no le desagradaba por ser el club con el que su padre militó.

Chessman tuvo una decisión acertada

La decisión de Chessman por dejar el futbol y ser luchador profesional fue positiva. El originario de Nicolás Romero es uno de los estandartes de la Triple A, donde ha formado parte de facciones como los Hell Brothers, la Secta Cibernética o los OGT’s.

Además, ha tenido varios cinturones en su poder, como el Campeonato Latinoamericano Triple A, el Campeonato Mundial Peso Ligero de la UWA, Campeón de Parejas Triple A, Campeón de Tercias Triple A y Campeón de Parejas Mixtas Triple A.

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