
Eduardo Brizio
25, octubre 2022 - 8:00
Un muy amargo sabor de boca me dejó el haber visto en la pantalla chica el partido de vuelta disputado entre Monterrey y Pachuca, correspondiente a las semifinales del Apertura 2022 en el balompié mexicano.
Desde el punto de vista balompédico, el encuentro resultó paupérrimo. Muy aburrido, con poca calidad, sin algo digno de escribir a casa. Sin embargo, desde el punto de vista ético”, dejó mucho que desear.
Me pareció lamentable ver a los “futbolistas” tuzos caer fulminados en el césped, una y otra vez, fingiéndose lesionados, en aras de perder tiempo de manera desleal y deliberada, en una clara violación al Fair Play. Hasta se tomaron el atrevimiento de salir en camilla, para una vez logrado su cometido, incorporarse milagrosamente ¡Una inmoralidad!
Para que, al minuto 90, al ejecutase la pena máxima, bien sancionada por el silbante Enrique Santander y que significó la victoria para los del Estado de Hidalgo, todo se saliera de control.
Por principio de cuentas me parece más que reprobable la conducta asumida por Avilés Hurtado, ejecutor y anotador del mencionado penal, al burlarse del público, provocándoles y exacerbando los ánimos.
Un comportamiento ajeno a un jugador profesional, quien supuestamente debería de mostrar una conducta intachable en la cancha, aun perdiendo; pero más, ganando. Sin olvidar que representa en todo momento los valores del Club y de la institución que tiene contratados sus servicios ¡Un triunfo sin honor; es una victoria sin sabor!
Pero, cuando ya no supe: si llorar, reír o materialmente ponerme a rezar, fue cuando escuché a un par de comentaristas de TV y leí en redes sociales a algunos ex futbolistas “justificar y aprobar” la actitud asumida por Avilés Hurtado ¡Por favor!
Sin dejar de mencionar la triste y reprobable respuesta del público (a quien por cierto no sé quién le puso “el respetable”) haciendo apología de la violencia, lanzando toda clase de líquidos y objetos al terreno de juego. Y eso que se autonombran “La mejor afición de México”.
Mientras los contendientes intentaban reñir en el campo, de nueva cuenta no volví a saber: si llorar, reír o materialmente ponerme a rezar cuando desde la tribuna se empezaron a escuchar burlas racistas sobre Avilés Hurtado ¿Qué nos pasa? ¿En qué estamos convirtiendo a nuestro querido deporte? ¿Cuándo vamos a detener esta barbarie?; pero eso sí, cuando hay una tragedia, todos nos lavamos las manos.
Por eso, casi se me revuelve el estómago cada vez que veo el protocolo de la Liga Mx y escucho a un niño pronunciar las falaces palabras … “Juega limpio; siente tu liga”.
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