RUBÉN BERISTÁIN

Foto: Luis Garduño

Dicen que un tigre no deja solo a otro tigre, aunque estén a kilómetros de distancia. La afición felina respondió a la convocatoria de vivir en el estadio Universitario el partido de los cuartos de final de ida ante Atlas que se jugó en la Perla Tapatía. Con cerveza o refresco en mano, su playera favorita, en las gradas del Volcán y con una sensación en la temperatura de 35 grados, fue como vivieron el duelo, con gran intensidad y pasión, en pareja, familia o amigos. Cerca de 400 aficionados le mandaron buena vibra a sus jugadores para llevarse alguna ventaja a casa, esa fue la intención después de ver la derrota del equipo juvenil, que incluso bajó la capacidad del público en gran medida.

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No hubo distracciones. Todos los presentes siguieron cada acción con atención, con la vista a la pantalla de 30 metros de largo y 15 de largo que se encuentra en la parte más alta del recinto.

Lo primero fue muy emotivo cuando salió una imagen de la leyenda felina Osvaldo Batocletti como un homenaje póstumo a tres años de su partida. Los seguidores universitarios se levantaron y le rindieron unos segundos de aplausos.

El juego arrancó y las emociones también. Cada que Soteldo era enfocado con el balón se escucharon gritos de alegría. También cuando la defensa cortaba una acción de peligro rojinegro. Por supuesto también reclamaban cada falta.

En la transmisión de televisión, los comentaristas mandaron saludos a la afición regiomontana. Los asistentes respondieron con gritos y vítores.

Cuando Julio Furch se dispuso a patear el penalti marcado en el Jalisco, los gritos de “Nahuel, Nahuel“, se escucharon con grandes decibeles, pero el portero no pudo atajar.

El ambiente siguió durante los demás minutos, en esa demostración de que el apoyo de la afición de Tigres es incomparable, donde sea que viaje su equipos, desde Nuevo León los apoyan con gran pasión.

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