José Ángel Rueda

FOTO: Especial

La tarde del 19 de mayo de 1970, el estadio Manzanares de la capital española ardía como una caldera. Según el recuento de las crónicas de entonces, había poco más de 50,000 espectadores. La gran cita enfrentaba al Atlético de Madrid, flamante campeón de liga durante esa temporada, con el Athletic de Bilbao, quien terminó segundo. En juego estaba la ida de los octavos de final de la Copa del Generalísimo.

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Cuando la hora del partido se acercaba y la grada ya tenía el bullicio de las grandes tardes, un movimiento extraño llamó la atención de los presentes. De pronto, alrededor del túnel donde habrían de salir los jugadores locales, se congregaron los futbolistas del Athletic, vestidos de azul bilbao. En el acto hicieron un pasillo; es decir, unos de un lado y otros del otro, y cuando el equipo contrario saltó al césped comenzó una carretada de aplausos. Era la forma de brindar un homenaje al campeón de la competición.

El gesto fue aplaudido por todos, como un acto que enaltecía los valores del juego, el Athletic había sido derrotado en lo futbolístico, pero no en el orgullo, no había motivo, entonces, para no felicitar a quien había ganado su corona en la cancha. “Tuvo lugar el acto deportivo más bello del encuentro, y probablemente de la temporada”, publicó al otro día la Gaceta del Norte.

El resultado de aquella tarde fue un 1-1 peleado, ríspido, casi un reflejo de lo que fue la temporada y el campeonato de los colchoneros, con sus 42 puntos, apenas uno por encima de los leones indomables. La vuelta en la catedral dio la ventaja definitiva al Athletic, con un cerrado 2-1. El resultado, de alguna forma, fue anecdótico. De esa serie lo que más se recuerda es el gesto convertido en costumbre.

Fue tanto lo que representó el denominado pasillo que los equipos lo tomaron como una tradición, y cada que un equipo sale campeón los rivales se forman y le aplauden, en un acto de respeto. En general la regla se cumple sin demasiados cuestionamientos, salvo excepciones, como la de esta temporada, cuando el Atlético de Madrid, equipo que recibió el primer gesto hace ya más de 50 años, se niega a rendir homenaje al Real Madrid por su título liguero, durante el derbi del próximo domingo.

La decisión de los colchoneros ha levantado una vez más la polémica, esa que se aviva de vez en cuando, cuando se involucran las grandes rivalidades. En el Atlético lo consideran un acto retorcido, que empezó siendo de reconocimiento y se convirtió en humillación, más cuando enfrente está el vecino, con todo lo que eso representa.

Ya antes pasó lo mismo con el Barcelona y el Real Madrid. En el 2018, los culés se negaron a hacerle el pasillo a los merengues, quienes días antes se habían coronado en el Mundial de Clubes. Desde el cuadro blaugrana argumentaron que no tenían porqué hacerlo, al no haber participado en la competencia. Meses más tarde, el equipo blanco se vengó al no homenajear a su odiado rival, recién consagrado como campeón de liga. En la década de los noventa el Barcelona y el Espanyol protagonizaron un episodio similar, con los “Pericos” renuentes.

UN ACTO DESVIRTUADO

Sin saber bien en qué momento el gesto deportivo torció su camino, las voces que buscan explicarlo se suman a la conversación. “No tengo ni idea por qué se ha desvirtuado, por qué se ha dejado si es que hace 10 años o hace 14 años se hizo, yo creo que la vida está para aprender, para ser ejemplos, nosotros para el futbol en general tenemos que intentar a base de valores y a base de demostrarle a la gente y a los jóvenes que el deporte también tiene muy buenos valores y uno ellos es el respeto”, dice Fernando Hierro, ex defensor central del Real Madrid.

El tema va más allá del presente. “Yo creo que son valores que le pasamos a las nuevas generaciones que se están perdiendo un poquito, si todos intentamos enseñarles a nuestros hijos a ganar y también a perder, este es un buen momento para ello. Es importante que eso se visualice desde las grandes plataformas que son los equipos. Has ganado el Madrid, evidentemente a todos los que tenemos un pasado en el Atlético o en el Barcelona nos duele más que a otros, pero yo creo que te engrandece el hacer un pasillo porque al final sabes que el día que te toca a ti vas a tenerlo”, agrega Luis García Sanz.

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