6, junio 2021 - 23:29
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Rubén Beristáin
Foto: Jonathan Dueñas | Mexsport
El arbitraje de la Concacaf, el balón parado de siempre y un penalti fallado de último minuto por Andrés Guardado, mataron a México de la forma más increíble.
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La final de la Nations League se la llevó Estados Unidos, en un Clásico con la mayor calidad en todas sus líneas, que no decepcionó en ningún aspecto en sus más de 130 minutos.
Grandes goles, polémica arbitral, el VAR, espontáneos, peleas, hubo de todo en el estadio Empower Field. Sin embargo, el domingo no pudo ser completamente mexicano y el Tricolor se quedó en la orilla. 3-2 final.
El objetivo del Tricolor era convencer en su juego. Gerardo Martino sorprendió y sacudió su once. La línea de cuatro en zona defensiva volvió con sus laterales nominales en Luis Rodríguez y Jesús Gallardo. El Tata salió sin centro delantero nominal. Henry Martín y Alan Pulido fueron defendidos por el seleccionador, pero no aparecieron. Uriel Antuna, Tecatito Corona e Hirving Lozano fueron los encargados del ataque mexicano.
Estados Unidos no se quedó atrás y salió con su mejor cuadro, incluidos sus diez referentes europeos. Christian Pulisic, campeón de la Champions League con el Chelsea, comandó a los norteamericanos, junto a Sergiño Dest del Barcelona. Ellos engalanaron la cancha de los Broncos de la NFL.
No pasó ni un segundo y la explosión llegó. Jesús Corona tardó 59 segundos en hacer explotar el recinto pintado de verde. Mark McKenzie equivocó su salida y Tecatito lo aprovechó, con un zurdazo rompió las redes.
México fue mejor. Hirving Lozano volvió loca a la zaga norteamericana. El segundo parecía cuestión de tiempo. Héctor Herrera lanzó un centro preciso que su tocayo Moreno convirtió en la doble ventaja. El festejo fue frustrado. El VAR hizo su aparición y canceló todo por un fuera de lugar milimétrico.
Todo dio un giro. Del 0-2 pasó al 1-1. Estados Unidos intentó e igualó el cotejo. Los mexicanos siguieron desconcertados y los vecinos del norte aprovecharon.
El balón parado volvió a ser pesadilla. Weston McKennie remató un tiro de esquina, el balón pegó en el poste. La defensa azteca se quedó petrificada, Guillermo Ochoa no reaccionó y Giovanni Reyna, del Dortmund, la guardó con facilidad.
En el complemento el dominio fue alterno. A México le costó jugar sin un nueve, tuvo poca profundidad. Del otro lado, EUA hizo sufrir, sin embargo, la figura de Guillermo Ochoa fue memorable bajo los tres postes. El portero del América fue el héroe.
Tata sabía que necesitaba algo distinto y mandó a Diego Lainez. El jugador del Betis mostró su desequilibrio y tardó segundos en hacer la diferencia con un golazo. El gusto duró muy poco. Una vez más, la pelota parada mató. McKennie le ganó el salto a Gallardo y puso la paridad.
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El grito homofóbico apareció, el juego fue suspendido por unos momentos, pero no hubo más. Así llegaron los tiempos extra. En los 30 minutos reglamentarios que siguieron, México propuso, quiso evitar los penaltis, pero faltó claridad y calma en la última zona. El juego fue para cualquiera.
El último tramo fue una fiesta. Carlos Salcedo derribó a Pulisic, el videoarbitraje llamó al silbante para revisar la jugada y se decretó penalti a favor de las Barras y las Estrellas. El mismo jugador lo hizo válido, mientras el Tata Martino explotó y fue expulsado.
Todo parecía un título para Estados Unidos, pero John Brooks cometió una mano, que después de varios minutos de revisión, fue marcada como penalti. Andrés Guardado falló y nada más se pudo hacer. Todo fue drama en Denver. Los norteamericanos alzaron el trofeo de campeón y México se quedó en la orilla de la forma más increíble.
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