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Gachupineando. Carlos Ruíz Villasuso
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Carlos Ruiz Villasuso

27, octubre 2020 - 8:01

Gachupineando

El ajuste de cuentas

Decenas de miles de reses bravas van camino del matadero con un silencio de corderos que clama al cielo, si es que existe. Sin una cifra oficial, en cálculo a bote pronto, entre un 30% y hasta un 50% de los machos y hembras de lidia van a seguir ese camino sin otra razón que la pobreza. A la peste de la Covid19 le sigue la lacra de la pobreza de tal forma que, un ganadero, ha de decidir libreta en mano, que vaca o toro da puntilla para que puedan sobrevivir los demás.

Es una especie de sacrifico solidario de una raza entera, mudo, ciego, sordo. Se diezma la ganadería, pero en proporción mayor, en una especie de preámbulo del genocidio de una estirpe. Ninguna raza del mundo va sufrir los efectos de la pandemia como el toro bravo. Siendo así, me pregunto que alma “animalista”, o moral “ecologista” aprovecha la debilidad del ganadero y la penuria de los tiempos para reclamar aún más el fin de esta raza.

Para reclamar que la Tauromaquia sea abandonada a su suerte, es decir, para que la raza de toro de lidia desaparezca totalmente. Qué impulsa a alguien que dice ser ecologista a finiquitar al ecosistema más perfecto de Europa, la dehesa, y que anima a que parajes naturales en México sean pasto del olvido y la desaparición.

Los gobiernos, instituciones y administraciones de todo tipo tienen una gran deuda con siglos de un manejo ejemplar de los ganaderos de bravo que han mimado la tierra y lo que en ella nace, conservándola y mejorándola generación tras generación. Ojalá el odio de quienes dicen ser ecologistas no les ciegue la razón. No asistamos al ajuste de cuentas por razones ideológicas.