María Vega
24, enero 2015 - 10:45
LA baza que había convertido al ex goleador Romario en el político más querido de Brasil, era que resultaba diferente, sincero, frontal, más allá de que rayara en lo populista en numerosas ocasiones.
Precisamente esos atributos parecen haber cambiado repentinamente en el campeón mundial en 1994. Tras haber sido la voz más crítica y adversa hacia la organización de la Copa del Mundo 2014, ahora el apodado o´baixinho (chaparrito) defiende con pasión a los Olímpicos de Río de Janeiro 2016.
Durante la visita que efectuó al Parque Olímpico esta semana, Romario declaró que “siendo sincero, el Mundial fue una mierda. Esa es la verdad. Lo que podemos ver ahora es planificación dentro de la realidad de Brasil (…) Esto que está aquí es de alto nivel. Estoy bastante impresionado de forma positiva por todo lo que vi. Es algo profesional, capacitado y puedo decir que nuestra ciudad hará unos grandes Olímpicos”.
Así como en su etapa anterior Romario aprendió a jugar en una cancha de futbol, ahora ha aprendido a jugar en el tablero de la política. Acaso su discurso tan cambiante (porque, vale la pena recordarlo, unos meses atrás protestaba por el desembolso que representarán las obras para los Olímpicos), se atribuya a sus alianzas en el contexto partidista de Brasil. Así como tenía una guerra abierta ante la presidenta Dilma Rousseff, encargada máxima del Mundial, ahora es muy cercano al alcalde de Río, Eduardo Paes, con quien efectuó el paseo por lo que será el principal complejo de los próximos Juegos.
Hubo un tercer personaje en la comitiva, Marcos Braz, ex directivo del Flamengo, quien fuera sugerido (o impuesto, o colocado, o recomendado) por el propio Romario para que asumiera la secretaría de deportes de Río. Con Braz ahí, Eduardo Paes se ganó la complacencia del más férreo opositor al pasado Mundial.
Más allá del juego político, vale la pena mencionar que unos Olímpicos suelen tener mucho mayor impacto en términos de infraestructuras que un Mundial, debido a que se focalizan en una ciudad y no en todo un país: avenidas, transporte público, alojamiento, seguridad, rehabilitación de áreas deprimidas, facilidades al turista, pertenecen más al olimpismo que al certamen futbolero.
Seguramente todo eso cuenta para el giro en la postura de Romario, pero más sus alianzas. Es decir, que su principal baza para ser adorado como político, el ser diferente, tiende a desaparecer.
Twitter/albertolati
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