16, junio 2019 - 1:57
NOTA-CHACO-SANTI
POR VIOLETA ALVA
FOTOS: ESPECIAL
“Conozco al mejor de los súper héroes y yo lo llamo papá…”
Ganar la Libertadores no se compara con llevar de la mano a la escuela a la pequeña Sofía; levantar la Sudamericana, con tocar el piano junto a Agustina; ni mucho menos el título de Conchampions con ser el fan número en los partidos de Santiago.
Christian Giménez tuvo muchos logros en su carrera como futbolista, pero ninguno de ellos se compara con el de ser papá.
“Eso fue lo más maravilloso que me pasó en la vida: mis hijos. No se compara con las 150 camisetas, perdí la final de 2013 contra América, sí gané la final de la Libertadores dos veces, pero el nacimiento de mis hijos es lo más importante que me tocó vivir y es maravilloso ser padre, muy maravilloso”, dice “Chaco” con firmeza mientras libera algunas lágrimas.
Ese orgullo lo llevará por siempre en su piel, en la que lleva tatuadas las imágenes de sus tres más grandes regalos. Una de ellas, la de la espalda, es una de las más significativas que tiene el ex futbolista, pues grabó en su piel una imagen de él caminando con su pequeño Santiago. En ese momento, compartir cancha era un sueño, una ilusión que mantenía en su memoria y que años después se hizo realidad.
“El poder levantarte temprano y verlo ahí, le llevo muchos años y era un compañero más; me estaba bañando y enfrente tenía a mi hijo. En el momento no me detuve a pensar lo que estaba viviendo, sino me iba a presionar de más, porque quería que mi hijo hiciera todo perfecto, hasta que se enjabonara bien, porque ya estaba en Primera División”, recuerda “Chaco”, mientras observa una vez más el video de ese día, que inevitablemente lo hace llorar.
Corría el minuto 76 de un amistoso entre Cruz Azul y Pumas, en Estados Unidos, cuando el canterano celeste entró de cambio por el “Cubo” Torres. Sobre el final del partido, Alfredo Saldívar cometió penal sobre el joven delantero, una falta que lo fracturó y que puso a sufrir a su padre, quien mientras cobraba desde los once pasos sólo pensaba que su hijo estuviera bien.
“Era algo muy emotivo, pero estaba la situación de Santiago. Él ya tenía la otra clavícula fracturada y me dice: ‘Sentí lo mismo que la otra vez’, claro, no le hice tanto caso y sí, era que se había fracturado. No me importó más nada, me fui al hospital donde le hicieron los estudios”, cuenta.
Pero ese no fue el único problema de salud que padeció el mayor de los Giménez. Apenas en septiembre del año pasado fue operado por una trombosis. Su carrera estuvo en peligro, mas siempre estuvo papá, su gran soporte.
“Santiago tiene 17 años y lleva cuatro o cinco operaciones, la última muy riesgosa. Y ahí está, volvió a jugar y eso es algo que no se compara con nada, poder tomar un vuelo e ir a verlo jugar. Hoy tenemos una relación de amigos, de confidentes, eso era lo que quería cuando me retirara; disfruto este momento de estar con mi hijo y poder aconsejarlo en todo”, destaca “Chaco”. “Con todo lo que vivió Santiago había momentos en los que estaba destruido, pero tenía que demostrar que estaba fuerte”, asegura.
La nostalgia rodea a Christian, pero también bromea, dice que su vástago no se parece en nada a él, que es más como su mamá; ya no es un niño y hasta se prestan la ropa. Reconoce lo que ha crecido y se lo hace saber.
“Físicamente no nos parecemos en nada, él es rubio, de ojos claros, zurdo, y yo le busco la manera, le busco algo parecido a mí, él calza 44, yo 41”, y sonríe. “En el carácter soy más enojón, pero soy noble y él creo que esa nobleza la heredó de mí. Es un chico que deja todo por el prójimo, por el compañero, por sus hermanas, nunca piensa en él, sino en los demás, y eso lo hace diferente”, destaca mientras se le nublan los ojos. “Cuando eres grande y te das cuenta del valor de abrazar a tu hijo, de decirle que lo quieres, lo orgulloso que estás, que más allá de si es o no jugador de futbol vas a estar orgulloso, y pase lo que pase voy a estar siempre”, asegura.
TAMBIÉN LOS EXTRAÑA
Cuando Christian decidió viajar a México para perseguir su sueño de crecer dentro del futbol dejó en Argentina a sus padres, a quienes extraña y muchas veces le hacen falta. “Hay noches que tengo ganas de hacer lo que haces vos, sentarte con tu mamá y tomar algo o ver un partido; yo no lo puedo hacer y no lo puedo hacer desde hace 20 años, pero decidí y ya”, reconoce “Chaco”. “Muchas veces necesito un abrazo de mi mamá, un consejo de mi papá, una convivencia con ellos, más allá de que cada seis meses o un año los voy a visitar, pero no es lo mismo, no es lo mismo decir: ‘Hoy me siento mal, voy a llamar a mi papá y lo voy a ver’; si quiero ver a mi papá, tomo un avión, hago 12 horas y ya se me pasó lo que tenía guardado. Son cosas difíciles y más en el momento en el que tienes que tomar decisiones, ver que la vida te lleva por otras circunstancias y tal vez no estás preparado y necesitas un consejo de gente tan importante como mi padre”, dice nostálgico.
SUPERHEROE
Las complicadas situaciones por las que ha pasado Santiago Giménez en su carrera deportiva han sido menos dolorosas gracias a su papá. La noticia de que podía dejar de jugar futbol fue dura a sus 17 años, pero una charla con el “Chaco” fue bastante tranquilizadora. “Cuando me dijeron que podía dejar de jugar futbol hablamos como una hora, me decía que éste siempre ha sido mi sueño, que no por esa noticia me tenía que rendir, que tengo que ser más fuerte y aunque me digan que no, debo seguir luchando. Ese consejo de no rendirse fue algo que me motivó mucho”, reconoce Santi este Día del Padre.
Santi comenzó a jugar en las fuerzas básicas de Cruz Azul desde los ocho años. Acompañaba a su padre a los entrenamientos y siempre soñó con compartir cancha en un partido, logro que consiguió en noviembre de 2016. “Hablamos en la casa que dentro del club éramos compañeros y en la casa era mi papá, que si me tenía que pegar una patada me la iba a pegar y si yo le tenía que dar a él también. Soy muy bromista y al tenerlo de compañero no quería hacer bromas, pero estuvo muy lindo, y ahora que pasaron los años y que ya se retiró es una experiencia que no se me va a olvidar”, revela. “Ahora se lo digo, qué hinchapelotas, porque me iba a bañar y él iba atrás de mí, iba al gimnasio, siempre estaba al lado mío. Siento que tenía mucha intriga de enseñarle a su hijo. Él me ayudaba mucho”, reconoce.
Ya compartieron minutos como compañeros y ahora, el siguiente sueño a cumplir es que lo dirija. “Sería mucha presión, porque me traería en corto, pero sería un reto para los dos”, dice Santi con una sonrisa.
HEREDERO
Con el retiro de las canchas del “Chaco, la batuta pasó a manos de Santi, quien a sus 18 años forma parte del primer equipo de La Máquina, con la que buscará cumplir también los sueños de su padre. Pero no siempre fue fácil para Santiago cargar con el apellido Giménez. En algún momento fue criticado y sus capacidades estuvieron en duda.
“Y no es fácil, porque mucha gente lo involucra a él conmigo, y eso es normal; en esa etapa él se preguntaba mucho por qué hacían tanta referencia a eso, los rivales también lo hacían sentir de esa manera, pero después encontró a Dios, le puso pruebas, muy fuertes, y salió adelante solo; nosotros estamos detrás de él, somos muy unidos, pero él solo se la aguantó”, afirma.
El “Chaco” habla con su hijo todo el tiempo y le hace entender que si está dentro del futbol es por su talento y no por ser su hijo. “Eso nadie se lo va a quitar y tiene que convivir con eso. Él tiene 86 partidos desde la Sub-15 a la Sub-20 y tiene casi 60 goles, más del 50 por ciento de goles, y eso no tiene nada que ver con que sea mi hijo. Yo le digo: ‘Tienes que salir adelante, sí estoy muy presente’, pero le hago ver las cosas que tiene y ojalá los demás se den cuenta de las condiciones que tiene, más allá de que es mi hijo”, asegura.