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8, julio 2017 - 11:51

┃ Héctor Reyes

ernesto-canto

El desaparecido italiano Primo Nebiolo, presidente de la Federación Internacional de Atletismo Amateur, entregó la medalla de oro a Ernesto Canto, primer campeón mundial de la historia, en el Estadio Olímpico de Helsinki, una tarde del siete de agosto de 1983.

Canto Gudiño, uno de los discípulos del profesor Jerzy Hausleber, todavía vibra al recordar el rugir de 80 mil almas al entrar a la pista del emblemático escenario en uno de los acontecimientos más importantes en la memoria deportiva de nuestro país.

Los recuerdos del especialista de los 20 kilómetros son muchos: el reconocimiento de los finlandeses por la conquista de ese primer metal en el certamen que congregó 1 804 deportistas de 191 países y que un mexicano tuviera ese honor, registrado para la posteridad.

El chofer del autobús que lo llevó a la villa deportiva sabía del logro de Ernesto Canto, lo felicitó; en la habitación lo recibieron con flores, y en México se dio a conocer el resultado en el intermedio de un juego de futbol; los comentaristas anunciaron la noticia al recibir un comunicado cablegráfico de una agencia internacional.

Ernesto, dentro de su preparación, se había convertido en el primer marchista en caminar debajo de los cuatro minutos el kilómetro: un promedio de velocidad de 38 kilómetros por hora. Un ritmo frenético, gracias a que cada ciclo olímpico, la suma de kilómetros de entrenamiento, era el equivalente a una vuelta a la tierra: ¡40 mil kilómetros cada cuatro años!

“Yo le di casi tres vueltas a la tierra en mi carrera deportiva, tres vueltas a la tierra caminando, para uno como andarín era muy natural entrenar de esta manera”. Ernesto iba con todo el arsenal posible para dar la pelea.

Canto no pudo competir durante los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 debido a una lesión. Le había tocado consolar a Daniel Bautista, uno de sus ídolos de la adolescencia que había visto por la televisión conquistar el oro en una cerrada batalla en contra de los andarines alemanes en Montreal 1976. Cuatro años después, en la capital soviética, en un túnel, un juez alemán de apellido Krammer victimó a la gloria mexicana. Bautista se retiró y Canto siguió sus pasos.

“Como país podemos decir que México tuvo el primer título de atletismo y me tocó a mí hacerlo. Entonces eso fue lo extraordinario, porque son las cosas que te marcan y dejas huella. El ser el primero en algo es muy importante. A mí me tocó, afortunadamente, ser el primero en muchas cosas y en mi disciplina fui el primero en ser campeón del mundo”, enfatizó Ernesto,  con la mente puesta, un año después, en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984.

Hausleber, con el apoyo del Comité Olímpico Mexicano, entonces presidido por Don Mario Vázquez Raña, formó el equipo más poderoso de la historia de la caminata mundial. Ernesto llegó a Helsinki, como dueño del récord de la hora y de los 20 mil metros conseguidos en Bergen, Noruega.

Primera prueba del programa del Mundial en un país que le rinde culto al atletismo, en la sede que albergó los Juegos Olímpicos de 1952 y que tuvo entre sus glorias deportivas al corredor Paavo Nurmi. Ahí, el nombre de Ernesto Canto lució en el tablero del estadio, ver la Enseña Patria y oír las notas del Himno Nacional Mexicano que se prodigaron en el estadio lo hacen sentir esa misma emoción 32 años después.

Canto, desbordado de orgullo por lo que había logrado, manifestó que  “era campeón mundial de atletismo, no solamente de caminata y me daba toda esta fuerza, toda la entereza y esa confianza de que iba por el camino correcto”.

El atleta mexicano ya había sido campeón de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, de los Juegos Panamericanos, también ya podía presumir de su corona mundial y más tarde tendría en su vitrina la medalla olímpica de oro. También era monarca por equipos de la Copa Lugano. ¿Qué más podía pedirle al deporte?

El chico que tuvo en su papá, de extracción militar, al primer marchista y en ese mismo batallón, José Pedraza siguió los pasos de Enrique Canto y Ernesto de Pedraza y Bautista, sus guías deportivos, se formó una cadena de circunstancias que lo hicieron en el deporte un predestinado.

Ernesto Canto, primer lugar con marca de 1:20:49; le siguió el checoslovaco Jozef Pribilinec 1:20:59, en el segundo lugar; y el soviético Yevgueni Yevsiukov, en tercero 1:21:08. Canto se equivocó en el conteo de las vueltas y se enfiló a la siguiente, situación que aprovechó Pribilinec al dirigirse al estadio cuando faltaban 500 metros.

“Yo pensaba que me faltaba una vuelta al circuito antes de ir al estadio, yo le llevaba una ventaja a Pribilinec como unos 50 metros. Sigo por la ruta y escucho como un atleta mexicano Carlos Victorino, que compitió en maratón, me grita: ¡Ernesto, al estadio! Cuando volteo el checoslovaco iba adelante 40 metros. Ni lo pensé, traía tanta fuerza todavía, me puse en ese momento a trabajar, aceleré el paso, le recorte la distancia, lo rebasé y ni siquiera opuso resistencia”.

Por la noche llega acompañado de Martín Bermúdez a la Villa, se van a dormir por el cansancio mismo de la competencia. Al día siguiente tenía que levantarse a las ocho de la mañana para  aflojar los músculos. No se levantó, se quedó dormido.

“El maestro Hausleber me despierta con un vaso de agua. Le dijo a Canto que tenía 15 minutos para llegar a la pista. Yo no entendía: ­­“¿por qué?, ¿qué pasó?” Entonces voy, bajo, hago mi entrenamiento, 35 o 40 minutos. Ya después, le dije que era el campeón del mundo. Me preguntó: “¿cuándo?” Le respondí que había sido ayer. “Ayer, hoy es otro día hay que prepararse para los Juegos Olímpicos del año entrante”, me contestó.

Esa lección nunca la olvidó Ernesto Canto, fue campeón del mundo, pero siempre hay que ver hacia adelante. Era la meta más importante de mi vida, ese día era ocho de agosto y yo competía el tres de agosto del año siguiente.  Vendrían los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984.

Hoy en día, Ernesto Canto Gudiño rememoró su hazaña deportiva con el mismo gozo de antaño, los pasos de la mente brillan en una explosión de júbilo y extiende sus brazos como siempre lo hizo, en el festejo triunfal, con el deseo de volar y de no detenerse jamás, porque la vida es tan corta…

Gráfico

Medallistas mexicanos en Campeonatos Mundiales

1983 Ernesto Canto               20 km                         1

1997 Daniel García                20 km                         1

2003 Ana Guevara                 400 m                          1

1995 Dionicio Cerón              maratón                      2

2009 Eder Sánchez                20 km                         2

1997 Miguel A. Rodríguez    50 km                         3

1999 Alejandro Cárdenas      400 m                         3

1999 Daniel García                20 km                         3

2001 Edgar Hernández          50 km                         3

2001 Ana Guevara                 400 m                         3

2005 Ana Guevara                 400 m                         3