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Mira

14, septiembre 2014 - 19:02

┃ Tonatiuh Guerra

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LAS nubes grises eran de mal augurio, el festejo no sería del todo feliz.

No todos los días se cumplen sesenta años, es por eso que ex jugadores, cuerpo técnico, aficionados y el plantel actual soñaban con una victoria y enaltecer el nombre de la Universidad Nacional Autónoma de México, pues en caso de obtener los tres puntos habría sido un triunfo que pasaría a la historia, pero el “Tuca” y sus hombres no los dejaron.

Los cánticos comenzaron en las instalaciones del metro, los bombos, platillos y trompetas retumbaron en los vagones del transporte público, situación que alarmó a algunos pasajeros, por lo que prefirieron salir, mientras que otros tantos se unieron al festejo… “Goya, Goya, Cachún cachún ra ra. Universidad”…
Así, poco a poco y en grupos numerosos fueron llegando al recinto universitario niños, jóvenes, adultos y hasta abuelitos para agasajarse con un duelo que lucía atractivo y con el extra de festejar un año más de Pumas en el máximo circuito.

Los niños arribaron con una enorme sonrisa, ilusionados de ver a sus ídolos; los jóvenes, sin camisetas y con los colores auriazules tatuados en la piel, convencidos de que se podría obtener el primer triunfo en casa en esta campaña; mientras que los abuelitos llegaron con los recuerdos aún presentes de aquellos hombres que llevaron a sus Pumas a Primera División y los que los hicieron un protagonista de nuestro futbol (Cabinho, “Cobra” Muñante, Hugo Sánchez, Olalde, Bernal, etc).

Ya dentro del estadio, el himno de la universidad se escuchó uniforme, fue estruendoso y le enchinó la piel a los rivales. El ambiente era sublime, tanto, que Tláloc no quiso perdérselo y se hizo presente.

La alegría que se respiraba explotó a tan sólo treinta y tres minutos de iniciado el juego. El hombre más criticado en Pumas volvió aparecer, Dante López convirtió el recinto universitario en un manicomio, donde los vasos con cerveza volaron, los gritos de gol desgarraron miles de gargantas.

Tras esta algarabía el ambiente llegó al extremo, los cánticos de un poco más de veintitrés mil aficionados comenzaron a lastimar los tímpanos, poco era lo que se podía escuchar, algunos murmullos de personas que intentaban entablar charlas, hasta que de pronto una anotación más de los locales ensordeció a los presentes, el culpable: Ismael Sosa.

Con el 2-0 todo era felicidad, alegría, CU era un barullo. Pero quién más si no “Tuca” supo extinguir las llamaradas auriazules. Con un golazo de Dueñas y el penal de Juninho, los nicolaitas les aguaron la fiesta a los de la UNAM, por lo que con el marcador igualado 2-2, los seguidores vaciaron las tribunas con reproches y abucheos a Memo Vázquez y a sus jugadores. (Tonatiuh G. Trujillo/Fotos: M. Montiel y A. Villa)